Campamento – Parte 3 (final)

chico en pañales en el bosque

Todos los chicos llegaron a formación, el de Damián no fue el primero, pues el equipo de las chicas estuvo en orden antes que ellos. La siguiente actividad consistía en elaborar un mapa de la zona, cada equipo tenía que dibujar un mapa en una hoja, y esconder un objeto en algún punto del terreno y marcarlo en el mapa, para que posteriormente otro equipo busque el objeto. Si el quipo encontraba el objeto se llevaba dos puntos y el equipo que dibujó el mapa se llevaba un punto. Damián estaba muy emocionado, nunca había hecho un mapa de verdad y eso de la búsqueda de tesoros le encantaba.

Tenían solo treinta minutos para recorrer el terreno asignado y esconder su cofre del tesoro. Los chicos salieron corriendo, uno de ellos, el que era el más listo del equipo, les dijo que un mapa debía ser a escala para ser funcional, y que tenían que medir el terreno, como no tenían nada para medir, decidieron hacerlo con pasos y cada cuadro en su papel cuadriculado representaría veinte pasos. A todos les pareció una idea genial, mandaron a Damián y a otro chico a medir todo el terreno a lo largo, y a otros dos a medirlo a lo ancho, el resto se había repartido la tarea de encontrar un buen escondite, buscar puntos de referencia para poner en el mapa y marcar el escondite.

Damián y su compañero caminaban uno al lado del otro, dando un paso a la vez para no perder la cuenta, cuando estaban por llegar al final del área, el chico le dijo a Damián que lo esperara ahí y se echó a correr hacia los arbustos.

Damián estaba confundido, ¿porque su compañero se había echado a correr de repente? Se quedó esperando de pie, quería ir a buscarlo, pues ya habían pasado varios minutos y el chico no regresaba, sin embargo, moverse de su lugar implicaba que tendrían que volver a contar los pasos desde el principio y ya casi llegaban al final.

Después de cinco minutos, que a Damián se le hicieron eternos, el chico regreso a su lugar, más calmado de lo que había echado a correr. Damián le preguntó que había sucedido y el chico le respondió que la comida le había caído mal, que era intolerante a la lactosa y no se fijó que las hamburguesas traían queso y eso lo soltaba un poco del estómago, pero que ya estaba todo bien.

Damián se quedó petrificado, él también era intolerante a la lactosa, y su madre ya le había advertido que no comiera nada con lácteos, aunque la leche que les servían en el desayuno era deslactosada, no podría saber si el queso, la crema y otros ingredientes de la comida lo eran también. El chico le dijo a Damián que siguieran caminando para terminar de medir la distancia para el mapa y Damián empezó a sentir que el estómago se le revolvía.

Pensó que seguramente se estaba sugestionando. Pues no había sentido nada extraño hasta antes que su amigo mencionara lo de la intolerancia a la lactosa, trató de pensar en otra cosa y concentrarse en la cuenta que estaban llevando, pero la molestia se hizo cada vez mayor, hasta que empezó a sentir muchas ganas de hacer popó.

Terminaron de contar los pasos y era momento de regresar con los demás al punto de partida. Damián tenía que ir al baño, pero estaban algo lejos de las cabañas, además, tenían que regresar contando los pasos de nuevo, pues el chico listo del grupo les dijo que los contaran de ida y de regreso para que la medición fuera mucho más precisa.

Caminaron paso a paso, contando en voz alta cada desplante. Damián estaba concentrándose en su cuenta para dejar de pensar en la necesidad de hacer popó, pues a diferencia de su compañero, él no tenía el valor para irse a agachar en medio del bosque con los pantalones abajo para aliviar su necesidad. Además, que corría el riesgo de que alguien lo viera, no solo haciendo popó, si no usando pañales.

Trato de aguantar lo más que pudo, pero a cada paso las ganas iban en aumento. Intentó caminar apretado las nalgas, pero esto solo hacía que los pasos que daba fueran más pequeños y tenían que ser siempre de la misma medida o el cálculo les saldría mal. Ya estaban divisando al grupo cuando sin quererlo, el intestino empezó a liberar la molestia.

-Te echaste un pedo? -Preguntó el compañero a Damián cuando un inconfundible sonido interrumpió la cuenta.

Damián se puso rojo de vergüenza.

-Perdón, es que yo también soy intolerante a la lactosa y me produce gases.

-Te entiendo, no te preocupes, yo por poco y no llego hace rato.

Siguieron caminando, y a cada paso, de manera involuntaria, la popó iba saliendo y acomodándose dentro del suave pañal de Damián. Intentaba cortarlo, pero el caminar se lo hizo imposible. Cada paso era un alivio en su estómago, pero una preocupación en su mente.

Llegaron con el grupo y Damián les dijo que tenía que ir al baño, se echó a correr a su cabaña sin esperar una respuesta, además tenía que evitar que el aroma del pañal sucio les llegara, con su compañero pudo disfrazarlo de gases, pero con el resto sería más que obvio.

Corrió en dirección a las cabañas, ya había terminado de hacer popó, pero el pañal tan lleno le impedía correr con normalidad, sentía la masa tibia y pegajosa moverse entre sus piernas a cada zancada.

Vio su cabaña a lo lejos y el cansancio de tanto correr ya le estaba cortando el aliento, las lágrimas habían empezado a formarse en sus ojos durante el camino, estaba muy nervioso, avergonzado, nunca había tenido una situación así en su vida, estaba completamente humillado.

Terminó el ultimo trecho caminando, abrió la puerta de la cabaña y se dirigió al baño, pero una de las monitores de preescolar lo interceptó.

-¿A dónde vas? -Le preguntó sosteniéndolo del hombro

-Al baño -Respondió Damián intentando limpiar rápidamente las lágrimas de sus ojos con sus manos.

La chica notó el aroma en el aire y sin avisarle, jaló la parte trasera del pantalón del chico hacia atrás con todo y pañal, para observar si había algo ahí.

-Creo que ya no es necesario el baño, pasa al cambiador por favor.

Damián se soltó a llorar. No podía más con esta humillación. Una cosa era necesitar pañales para no mojar la cama, pero otra muy diferente era necesitarlos para hacer pipí y popó de día, como si fuera un bebé.

La chica fue muy dulce, más tierna de lo que la otra mujer podría haber sido. Lo levanto y lo colocó en el cambiador mientras lo consolaba. Con cuidado le quitó el pantalón y le subió la camiseta lo más que pudo.

Damián seguía gimiendo y llorando, la chica tomó un chupete y se lo colocó en la boca, Damián quiso escupirlo, pero la mirada de la chica le sugirió que no lo hiciera, además que empezó a sentirse relajado al tener este objeto introducido en la boca. Empezó a succionarlo con ritmo y suavidad y pronto logró calmarse.

Mientras tanto, la chica le desprendía las cintas de su apestoso pañal, bajó la parte delantera y le levantó las piernas, con mucha suavidad empezó a limpiar todo el desastre con las toallitas húmedas, desechándolas dentro del mismo pañal sucio. Después de varias toallitas, dejó toda la zona bien limpia y tomó un pañal nuevo del mueble, esta vez con diseños de ositos y patitos de peluche. Lo deslizó desdoblado debajo del chico, que seguía calmándose con su chupón en la boca. Le colocó crema en toda la zona y después de un baño de talco cerró fuertemente las cintas del pañal sobre su abdomen.

Lo bajó del cambiador sin haberle puesto el pantalón, el chico solo estaba vestido con su camiseta, y zapatos, y un esponjoso y fresco pañal entre sus piernas. La chica lo tomó en brazos y lo llevó a una de las camas, si dejar que se quitara el chupete de la boca comenzó a arrullarlo mientras le daba besos en el rostro y palmadas en su pañal.

Damián estaba confundido. El aroma del talco y de los pañales limpios le daba tranquilidad, se sentía muy limpio y fresco, ya no tenía esa desagradable sensación de la popó entre sus piernas, el chupón lo había calmado y los arrullos de la chica lo tranquilizaban por completo. Habían sido demasiadas emociones para un solo día. Se dejó arrullar por la chica hasta que quedó dormido.

Después de casi una hora, Damián despertó de sus siesta, su pañal estaba un poco húmedo, pero no lo suficiente para necesitar un cambio, ese nuevo pañal era demasiado absorbente y podía aguantar muchas horas de uso.

Abrió los ojos y sintió el chupete en la boca, se lo quito con la mano y se dio cuenta que ya no había nadie más en la cabaña. Encontró su pantalón a los pies de la cama y se lo puso sobre los pañales. Vio su reloj y se dio cuenta que no había pasado más de una hora desde que le cambiaron el pañal.

Mirando hacia todos lados, salió disparado de su cabaña, esperando reencontrarse con sus compañeros, durante el trayecto estaba planeando al historia que les diría, pues no era normal que alguien se demorara tanto para ir al baño, y podrían sospechar que había tenido un accidente, sin embargo, al estar usando la misma ropa, esta teoría podría ser rechazada con facilidad. Mientras pensaba en esto, se dio cuenta que los pañales lo habían estado salvando de momentos vergonzosos, lo habían salvado de ser el chico que se orino y cagó en el campamento. Los pañales habían sido su salvación y él los estaba rechazando, pensaba que los odiaba, pero se dio cuenta que, sin estos, el campamento habría sido muy diferente, de la peor manera posible.

Llegó al grupo que estaba al centro del punto de reunión, estaban jugando y bebiendo agua, se dio cuenta que todos los chicos de su equipo lucían una medalla alrededor de sus cuellos. Le preguntaron porque había tardado tanto, y les dijo que la doctora lo mantuvo en la enfermería durante mucho tiempo, pues le dio una medicina y que tenía que darle una segunda dosis media hora después, que él había querido regresar pero que la doctora no lo había dejado hasta darle la segunda dosis, que por eso había tardado tanto.

Los chicos le dieron a Damián su medalla y siguieron jugando, estaban muy contentos porque debido a esa última actividad estaban en primer lugar de la tabla de puntuaciones.

Después de un rato, los monitores los llevaron al comedor para la cena, en el camino Damián sintió ganas de orinar, y sin pensarlo demasiado, dejo que su pañal hiciera lo suyo.


Discover more from Tommy Sheppard

Subscribe to get the latest posts sent to your email.

1 comentario en “Campamento – Parte 3 (final)”

  1. Me gusta como va quedando todo. hace un tiempo que leo tus historias y libros y lo que más me gusta(a parte de la trama), es que tienes buena ortografía y eso facilita mucho la lectura.

Responder a 4l3x4nd3rC0sm0 Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio