Quiero usar pañales y ser tratado como bebé, todo el día, todos los días


Te despiertas en tu cama, envuelto en el calor de las cobijas y el suave brillo del sol que entra por la ventana. Al abrir los ojos, ves a mami/papi acercarse, sus manos cálidas te levantan y te llevan al cambiador. El pañal mojado se va, y sientes el alivio del nuevo, seco y acolchado. Aún medio dormido, estiras las piernas y miras alrededor.

Pronto estás en la cocina, sentado en tu sillita. Te rodean olores de pan tostado y leche tibia. Mami/papi coloca en tu plato trocitos de fruta, dulces y jugosos. Los tomas en tus manos, aplastándolos un poco antes de llevarlos a la boca. Cada mordisco es fresco, y el sol parece llenar de luz tus manos y tu plato mientras comes.

Después de desayunar, mami/papi  te deja en el suelo, rodeado de tus juguetes. Hay bloques de colores, peluches suaves y un carrito que empujas una y otra vez. Te revuelcas en la alfombra, moviéndote y explorando. Cada juguete, cada color, parece moverse contigo. Te sientes libre, con risas y movimientos, hasta que el sueño te atrapa.

Despiertas más tarde, y mami/papi  te lleva al baño. En el agua tibia, chapoteas con las manos, viendo cómo el agua salta y baila alrededor. Te sostiene con firmeza, y el aroma a jabón y la calidez del agua te envuelven. Cuando sales, te seca con una toalla suave y te abraza, como si fueras una bolita calentita.

Más tarde, mami/papi llega a casa, y sientes sus brazos fuertes cuando te alza. Corre contigo por la sala, girándote en el aire, y todo te hace cosquillas por dentro. Ríes, sientes el aire y el movimiento, seguro entre sus brazos, como si el vuelo fuera real.

Al final del día, te acuestan en la cama. Te dan leche mientras acarician tu cabello. Sientes el cansancio y la tranquilidad. La casa es un murmullo cálido, y sus brazos te rodean. Los ojos se te cierran mientras te acurrucas, envuelto en la paz de la noche, seguro y feliz, hasta quedarte dormido.

Así durante todos y cada uno de los días de tu vida.

Suena perfecto, nada de escuela, trabajo, responsabilidades, tareas, quehaceres, mandados, salidas al cine, a fiestas, nada de jugar futbol o algún deporte con amigos, nada de videojuegos, ni redes sociales ni internet, nada de leer libros o ver series, no conocer gente, salir con chicos o chicas, tener relaciones sexuales o masturbarte, nada de chismear con amigos, cero alcohol o drogas recreativas, nada de aprender cosas nuevas, cocinar o cualquier cosa del mundo real, solo la dulce prisión de ser un bebé.

Ser tratado como bebé y usar pañales todo el tiempo puede sonar bien al principio, ¿Pero esto sería realmente así? ¿Podríamos ser felices viviendo en esa condición?

Quiero usar pañales y ser tratado como bebé

 Es un término de búsqueda muy popular en la comunidad ABDL hispana desde el lejano 2010, incluso antes, o por lo menos a mi me lo parecía.

Había algunos foros en donde personas de todas las edades expresan ese deseo por usar pañales y ser tratados como bebés, ser alimentados en la boca con papillas, biberones y usar chupón para relajarse. Recibir cambios de pañal cada que hicieran pipí y popó, viajar en carriola en largos paseos por el parque y ser acostados en una enorme cuna a la hora de dormir.

Algunos contaban “experiencias reales” en donde sus padres los tratan como bebés con todas las escenas anteriormente descritas ya sea por “castigo”, simplemente por cumplir con su fantasía o que simplemente esa era su “vida normal”.

Uno como simple mortal, como un adolescente o joven adulto deseoso de cumplir sus fantasías se creía (y cree) estas historias, que son contadas como realidad, cuando realmente, la gran mayoría (o incluso la totalidad de estas) son pura ficción.

Pero uno se pone a pensar. ¿Es esto realmente posible?

De primera instancia la respuesta es sí. Cualquiera de estas escenas es realmente posible, pues no estamos hablando de cosas de magia o ciencia ficción. Son cosas materiales reales que cualquier persona con un poco de dinero de sobra puede hacer.

En el mercado hay infinidad de pañales talla adulto con diseños infantiles, biberones, chupetes, vasitos entrenadores y demás juguetes para infantes de tamaño adulto y toneladas de ropa inspirada en pijamas y atuendos infantiles que a cualquier persona le pueden quedar, sin dejar de mencionar las carriolas, sillitas altas y hasta saltadores en donde un adulto promedio cabe sin problema.

En un contexto latinoamericano (que es el contexto en el que yo vivo y del que voy a hablar en toda esta entrada) El pretender ser un adolescente o joven (de doce a veinticinco años aproximadamente) que es tratado por sus padres TODO el tiempo como un pequeño de no más de cuatro años de edad es más que nada improbable.

Antes de hablar del daño y retraso en el desarrollo psicosocial y neurológico de un individuo y dejar daños neurológicos y psiquiátricos permanentes al limitar su actividad correspondiente a las etapas de la vida, temas que en los que no ahondare debido a que no soy un profesional en ese campo, por pura experiencia empírica, seguramente varios de aquí hemos sido testigos de una situación similar a la siguiente, tal vez con algún vecino, primo, sobrino, compañero de la escuela o conocido:

Un chico o chica de alrededor de diez años de edad el cual es infantilizado por la madre (en México tenemos el término “chiqueado” para referirnos a esta situación). El chico en cuestión sigue tomando leche en biberón, usando chupón y a veces hasta pañales para dormir (sin tener ningún tipo de necesidad como en la enuresis, simplemente porque es “muy flojito” para ir al baño en las noches) la madre siempre está detrás de él y le cumple cualquier capricho, el chico no puede comunicarse de manera correcta, pues aunque no tenga ningún tipo de impedimento físico para el lenguaje, nunca tuvo la necesidad de hablar de manera articulada, pues la madre siempre le adivinaba todo lo que quería.

A este chico o chica claramente le es imposible convivir con personas de su edad, parece que le cuesta trabajo entender y su humor es cambiante, no tiene tolerancia a la negación y para él es natural que cualquier necesidad o deseo sean satisfechos de inmediato, por lo que es común verlo haciendo berrinches por cualquier cosa que le sea negada o no le sea satisfecha al momento. Si sigue así, ¿Realmente podrá ser un joven o adulto pleno? ¿Será capaz de desarrollar sus máximas capacidades?

Aristóteles decía que la felicidad se alcanza desarrollando y viviendo de acuerdo con nuestras máximas virtudes y capacidades. Sostenía que la verdadera felicidad no se logra a través de placeres momentáneos o riquezas, sino mediante una vida de autorrealización, en la que se cultivan las virtudes y se desarrollan nuestras capacidades al máximo.

Quien no se ha sentido contento al resolver alguna situación que le parecía muy complicada, pasar un examen que le costó horas de estudio, comprender un tema que al principio parecía imposible, terminar un nivel de un videojuego después de horas de intentos, salir con esa persona que le gustaba desde hace tanto o lograr el reconocimiento por alguna victoria. 

Maslow lo desarrolla en su famosa “Pirámide de Maslow” en donde representa cinco niveles de necesidades que los humanos buscamos satisfacer, en la base están las necesidades básicas que compartimos con todos los seres vivos (hasta las plantas) y conforme vamos subiendo de nivel estas necesidades se vuelven mas abstractas, pero su obtención se traduce en bienestar para la persona.

Si un ser humano es privado de desarrollar sus máximas capacidades o satisfacer sus necesidades de nivel superior, sin importar la edad que tenga, aunque ya se sea un adolescente, joven o adulto, y se ve privado, aunque sea voluntariamente, de su desarrollo personal al ser tratado como un infante durante toda su vida, terminara con una mente atrofiada y severos daños neurológicos. Podemos verlo como si la mente y el cerebro fueran un músculo (que hay estudios que apoyan este símil), si dejas de mover un músculo, este se va a atrofiar, va a perder su fuerza y gran parte de su estructura, hasta quedar reducido a su mínimo funcionamiento o incluso quedar inservible.

No es imposible, pero es poco práctico

El atender a todas las necesidades de un infante es una gran inversión de tiempo y dinero por un cuidador, esta inversión podría verse ligeramente disminuida, cuando el individuo empieza a ser más independiente (aproximadamente a los seis o siete años) en donde los gastos monetarios asociados a pañales, alimentos, fórmula láctea, muebles y ropa, se ven disminuidos en el final de esta etapa.

Durante la edad escolar (de los seis a los once o doce) la inversión más que monetaria ahora es de atención y tiempo, el poder garantizar que sus necesidades fisiológicas (alimento, techo y vestido) sean saciadas y sus necesidades intelectuales y sociales (educación, interacción con otros, amor y respeto) sean atendidas en la mayor capacidad que tenga el cuidador, lo que implica un gasto de estos recursos intangibles tan alto, que en muchos casos, un cuidador se dedica exclusivamente a eso. Lo podemos ver en los contextos en donde uno de los dos cuidadores, generalmente la madre, deja de lado su desarrollo personal y profesional para dedicar todo su tiempo a sus hijos. 

El pretender extender estas atenciones y gastos de la primera infancia durante un tiempo indefinido, significa una inversión monetaria que muy pocas personas podrían costear, ya que si los pañales de bebé son caros, los pañales para adulto lo son aún más, los muebles hechos a medida como sillitas altas, cunas y corrales multiplican su valor hasta por diez en comparación de sus homólogos infantiles. Por lo tanto, muy pocas familias podrían costear ese estilo de vida. 

Una aproximación cercana a este estilo de vida en la realidad, lo podemos tener con familias en las que uno de los miembros tiene alguna discapacidad. Tratare de abordar esto con todo el respeto que se merecen y solo como ejemplo para generar empatía hacia su labor:

Imaginemos el caso de Timmy, una persona con una edad fisiológica de veinte años, mide un metro sesenta y cinco, pesa sesenta kilos, con una incipiente barba y bigote, a simple vista luce como cualquier persona de esa edad, sin embargo, su desarrollo mental es de una persona de no más de un año. Clínicamente se considera como una persona con diversidad funcional. Su familia, padres y hermanos, incluso familia extendida como abuelos y tíos, atienden a todas sus necesidades, las cuales son muy similares a las de una persona de un año de edad, tienen que vestirlo, bañarlo, alimentarlo, cambiarle los pañales, atender sus enfermedades y dolencias, jugar con él y protegerlo, lo que conlleva una gran inversión monetaria, de tiempo y básicamente adaptar la vida de toda la familia a las necesidades de uno de sus miembros, una acción de reconocer y sobre todo, sumamente complicada y desgastante, que si hubieran tenido opción de elegir, habrían preferido no tener que estar en esa situación.

¿Se imaginan que una familia decidiera volcar todo su dinero, tiempo y atención a las necesidades de uno de sus miembros, solo porque el chico o la chica “quiere ser tratado como bebe”? La verdad yo creo que no.

En la cuestión social y familiar, como sociedad, somos aun muy conservadores, tendemos a generar crítica y rechazo por las personas que no actúan conforme a las normas, lo vemos con el primer ejemplo, los padres sería duramente criticados por su comunidad, no solo por prejuicios; como vimos antes, el limitar el desarrollo de un individuo, especialmente un niño, es considerado maltrato.

En pocas palabras, sería incosteable, duramente criticado y rechazado, llevando a la familia a ser aislada de la comunidad y el individuo que vive este estilo de vida, tendría un severo retraso en su desarrollo físico, psicológico, neurológico y social.

Pero mi fantasía no es ser tratado así por mi familia, yo ya soy un adulto y me gustaría una relación ABDL de pareja

Vale, esto creo que sería lo más común para los que pasan los veinte años de edad y que realmente su relación familiar deja de ser el eje de sus vidas y ahora buscan el encontrar su propio camino con una pareja. Pero buscan que la relación no sea una relación de pareja tradicional (claro que no puedo decir que es lo tradicional o no, pero vamos a describirlo como una relación de coexistencia, cooperación, romance y sexo) y quieren que sea una relación de cuidador y persona cuidada.

Vale que si los dos están de acuerdo está bien, y si la persona cuidadora puede atender todas las necesidades del otro realmente no habría porqué opinar nada al respecto, más que lo ya mencionado anteriormente, esta persona, al vivir en la etapa y rutina de un infante no lograra realmente desarrollar las máximas capacidades, y según Aristóteles, la felicidad. Además que podría desarrollar algunos otros daños neurológicos como habíamos visto antes. El cerebro humano es sorprendentemente dúctil y adaptable a cualquier situación y vivir durante años como si fuese un infante sin lugar a dudas dejará sus secuelas.

Pero claro, fuera de esos perfiles DDLG y ABDL de Instagram que nos hacen creer que viven así 24/7, realmente no creo que nadie pueda (y quiera) vivir su vida totalmente reducido a un infante. El cuidador seguramente quiera romance, erotismo, sexo, convivencia social (necesidades de nivel superior) y todas esas cosas que no se pueden hacer con un bebé o un hijo, ¿Me explico?

Y aquí podríamos partir hacia dos vertientes, el infantilismo parafílico o autonepiofilia y la regresión de edad como terapia de relajación o diversión conocida también como Little space. Las cuales se pueden practicar plena y saludablemente en pareja o en lo individual pero ambas se apartan notablemente del título de esta entrada, son prácticas casuales, recreativas, esporádicas o cotidianas, más no una forma de vida.

¿Entonces, vivir esta fantasía es malo?

Por supuesto que no. El tener una fantasía es algo bueno para la mente y la imaginación, nos ayuda a desarrollar el pensamiento abstracto y la creatividad, además que puede ser una manera de generar metas y objetivos a cumplir, sin embargo debemos mantenerlo como un gusto, una experiencia a la que acceder en cuanto tengamos oportunidad.

De niños seguramente soñamos con ir a un parque de diversiones, pero qué tan satisfactorio sería vivir ahí toda la vida por más que nos encanten. De niño me emocionaba el ir a un bosque a acampar, pero, ¿Realmente cuánto disfrutaría vivir toda mi vida en un refugio de ramas y hojas en medio de la nada, comiendo insectos y raíces, teniendo que purificar yo mismo cada trago de agua que necesite?

Las experiencias placenteras deben mantener su dosis exacta, para que sigan siendo atractivas y deseables. Cuántas veces nos pasa que al obtener algo que deseábamos mucho, su atracción pasa a ser mínima. Pasa con objetos, experiencias y hasta con personas.

La experiencia es posible y cada quien la diseñará a su gusto, tal vez a unos el usar pañales es parte indispensable en esa fantasía, a algunos no les atraerán tanto y prefieren ropas infantiles. Hay quienes quieren ser cuidados por un papi, mami o cuidador, otros prefieren vivir esa experiencia solos. Conozco gente (fuera de la comunidad) que disfruta viendo películas o shows infantiles mientras usa una linda pijama y esta acompañada de muñecos de peluche, claramente podríamos describir como un Little-Space o una regresión de edad.

¿Cuántas veces no hemos visto a adultos jugando con niños pequeños, disfrutando más y más involucrados en la fantasía del juego que el propio niño? Todo es válido y todo es posible.

Déjenme saber en los comentarios cual es su opinión al respecto. 🍼


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