Chico usando pañales y chupete construyendo un castillo de arena

Secreto de Pareja

Chico usando pañales y chupete construyendo un castillo de arena
Estos son los primeros capítulos del libro "Secreto de Pareja" el cuál estará disponible próximamente en Amazon y Google Books.

Índice


Capítulo 1- Secretos

Blanca y Abraham eran una pareja muy linda. Se conocieron en el trabajo, ella era fotógrafa de conciertos y el fotógrafo de producto, aunque eran agentes independientes, ambos trabajaban para el mismo cliente y por eso se conocieron, después de varios meses de salir juntos se hicieron novios. Después de casi cuatro años de un noviazgo estable, ambos sentían que ya estaban listos para dar el siguiente paso, querían vivir juntos, pero algo se los impedía.

Blanca disfrutaba de usar pañales y sentirse una bebé. De vez en cuando se ponía un pañal en su casa y veía películas infantiles, tomaba leche de un biberón y cuando no lo usaba se ponía un chupón en la boca, tenía pijamas y ropa infantil que solía usar en algunos momentos en lo privado de su departamento. Esta afición no la compartía con nadie en la vida real, solo algunas personas por internet conocían su secreto, gente que también compartía el mismo gusto. En muchas ocasiones estuvo tentada a revelarse frente a Abraham, él era su novio ya desde hace varios años y se tenían mucha confianza el uno al otro, pero nunca se había atrevido, aunque ya había notado ciertos rasgos infantiles en él, pensaba que eran cosas de artistas y suponía que él podría reaccionar con rechazo y no aceptarla, ella moría con que él fuera participe de su fantasía, pero no había tenido el valor para abrirse por completo frente a su novio.

A Abraham le gustaba el olor a talco y la sensación de un pañal acolchado entre las piernas, le gustaban los vasitos entrenadores y los sonajeros, tenía muchas pijamas de una sola pieza y pañaleros que cuando los usaba sujetaban bien sus pañales para que no se movieran de lugar. Siempre había querido contarle su secreto a Blanca, pero, aunque la amaba, pensaba que eso podría arruinar su relación, nunca había podido cumplir ninguna de sus fantasías, la de ser tratado como un bebé o el cuidar de una pequeña bebé adulto.

Por eso la idea de vivir juntos les emocionaba tanto como les aterraba. Habían pasado muchos días y noches en el departamento uno del otro, pero cuando llegaba ese día siempre tenían todo bien guardado y escondido, ambos eran dos personas muy precavidas. Vivir ambos en un solo departamento implicaba ahorrar mucho en gastos, eso se lo decían siempre sus conocidos que no entendían porque dos personas con una relación tan estable seguían viviendo separados después de tanto tiempo, nadie más que ellos conocía su propio secreto.

Después de mucho meditarlo Blanca decidió que su relación con Abraham valía completamente la pena, aunque aquello implicara renunciar a su pequeño secreto, la determinación de ella hizo que él llegara a la misma conclusión, lo conversaron con una amiga en común que se encargaba de los bienes raíces y decidieron que se mudarían al departamento de Blanca y traspasarían el de Abraham, con el dinero terminarían de pagar el departamento que ahora seria de ambos y con lo que sobrara tomarían unas merecidas vacaciones, que como freelances no se habían dado en más de cinco años.

Antes de las vacaciones tenían que hacer la mudanza, Blanca había decidido deshacerse de todas sus cosas de bebé, pañales, chupones, ropa y demás artículos, al final no pudo hacerlo y guardo todo dentro de una caja plástica color negro que cerro con cinta adhesiva y les puso un letrero de “archivo muerto”, eso haría que Abraham no tuviera curiosidad de abrir la caja o que la abriera por descuido buscando algo, la puso hasta el fondo de su armario y la cubrió con un montón de cachivaches más.
Abraham hizo lo propio, pensó en regalarle todas sus cosas a un amigo que había hecho por internet y al cual no conocía realmente en persona, solo sabía que vivía al otro lado del país, al final se decantó por guardar todo dentro de una vieja maleta que tenía la ventaja de tener un cierre con candado, una vez guardo todas sus cosas infantiles, puso el cerrojo en la maleta y lo reforzó con un cinturón plástico, y para darle más seguridad la envolvió toda con plástico transparente como lo hacen en los aeropuertos.

La mudanza tardó un par de semanas, pues se interrumpía por periodos en los que ellos tenían compromisos de trabajo, como se irían de vacaciones en unos meses querían terminar todos sus asuntos pendientes para no tener que trabajar en su temporada de descanso. Terminaron la mudanza y oficialmente vivían juntos. Los primeros días pasaron con normalidad, aunque solían dormir frecuentemente uno en casa del otro nunca lo habían hecho por más de tres días seguidos, después de un mes de vida en pareja ya se sentían muy cómodos, hasta parecía que llevaban años viviendo así. Las ganas de cada uno de regresar a su pequeño espacio en el que podían ser pequeños bebés empezaron a regresar, Abraham lo hacía un par de veces a la semana cuando vivía solo y Blanca más o menos igual, las primeras semanas hasta se habían olvidado del asunto, pero poco a poco las ganas comenzaron a aflorar.

Como ellos no iban a confesarse nada el uno al otro, el destino decidió intervenir. Un día en el que Blanca estaba en un concierto trabajando y Abraham se encontraba en el estudio de su departamento editando unas fotografías, un repartidor tocó el timbre de la puerta, Abraham abrió y recibió el paquete que estaba a nombre de Blanca, firmo la papeleta y dejó el paquete sobre la mesa, era una bolsa gris como todas las envolturas de los envíos internacionales, Abraham estaba bastante ocupado trabajando, pues era la última entrega de trabajo que tenía pendiente antes de tomarse sus vacaciones. Cuando terminó de editar fue a la cocina a prepararse algo de comer y se sentó a la mesa, vio el paquete de nuevo y un pequeño logotipo en la etiqueta de envío le pareció sospechosamente familiar.

Blanca en realidad no esperaba ningún paquete, hace unos cuatro meses que había pedido dos pañaleros (onesies) con estampados, pero no habían llegado en la fecha que la pagina decía, así que tramito la devolución y le regresaron su dinero, no era la primera vez que un pedido de china se perdía en el camino, pero al parecer este pedido no se había perdido, si no que se había retrasado y ella ya no se acordaba del mismo, pues semanas después había pedido varias cosas más (nada de artículos de bebés, algunas cosas para su cámara y una funda para su laptop) de la misma página que los pañaleros y habían llegado sin demoras.

Abraham tomo el paquete con una mano mientras comía con la otra, leyó la etiqueta y reconoció la dirección de envío y el logotipo del proveedor, aunque la etiqueta solo marcaba que el producto era “ropa” él sabía que ese logotipo era de una marca china que hacía ropa infantil tamaño adulto, específicamente pijamas de una pieza (mamelucos) y pañaleros (onesies), pues él había comprado varios con anterioridad.

Abram se horrorizo, una sensación de miedo se apoderó de él, pensaba que Blanca había descubierto su escondite secreto y ahora sabía que a él le gustaba ser un bebé adulto y por eso le había comprado unos pañaleros, se tranquilizó un poco al darse cuenta que Blanca había tomado con humor y cariño el asunto, pues de otra manera no le hubiera comprado eso, al leer mejor la etiqueta se dio cuenta de que la fecha de envío del paquete databa de hace más de cuatro meses, entonces que lo hubiera descubierto por su maleta secreta era imposible pues habían pasado solo dos meses desde que él se mudó al departamento, eso solo significaba que ella conocía su secreto desde antes de que decidieran vivir juntos, demasiado confundido termino su comida e impaciente espero la llegada de su novia.
Decidió que era momento de confesarlo todo, él sabía que ella lo amaba tanto como él a ella y que podría abrirse, aun no estaba seguro de cuál de sus dos teorías era la correcta, pero cualquiera que fuese, el mejor camino era confesarlo todo.

Sacó su maleta del armario y con una navaja corto todo el plástico que la envolvía, con la misma navaja corto el cinturón de plástico de los cierres y puso la combinación del candado, abrió la maleta y saco uno de sus pañales y su chupón favorito, era un chupón tamaño adulto de color azul, los colocó en el sillón detrás de un cojín.
Blanca llegó a casa en la madrugada, los conciertos suelen terminar a esa hora, Abraham la esperó despierto, en cuanto escucho las llaves abriendo la cerradura los nervios le subieron por el cuerpo, sintió ganas de vomitar, pero no se acobardó. Recibió a su novia con un cariñoso beso y un fuerte abrazo, ella fue directo al refrigerador pues moría de hambre, tomo un pan de la cocina se lo comió mientras un plato de comida se calentaba en el microondas, cuando termino de comer, fue a sentarse junto a Abraham que la esperaba sentado en el sillón. El sin perder un solo segundo empezó a hablar con las frases que había estado ensayando durante toda la noche.

Capítulo 2 – Revelados

-Blanca, quiero decirte algo muy importante, y ahora que vivimos juntos creo que es el momento adecuado para hacerlo, además que creo que tú ya sabes lo que te voy a decir.

Blanca estaba completamente confundida, al principio pensó que se trataba del típico sentido del humor de su novio, pero esa cara de seriedad no la había visto nunca, se puso al borde de su asiento y se acercó un poco para escucharlo bien.

-Se que ya sabes que me gusta usar cosas de bebés y comportarme como un infante -dijo mientras sacaba su pañal y chupón de detrás del cojín.
Blanca se llevó ambas manos a la boca y ahogo una expresión de sorpresa.

-No tenía ni idea, pero me da mucha alegría que me cuentes eso -dijo mientras tomaba ambas manos de su novio.

-Si no sabias nada, ¿Qué significa esto? -Dijo pasándole el paquete que acababa de llegar esa tarde.

Blanca tomo el paquete confundida. Antes de que ella pensará en que él había violado su privacidad abriendo un paquete que claramente no era suyo alcanzó a interrumpir.

-Reconocí el logotipo y la dirección de envío, es de la misma marca de donde yo compro mis cosas.
Blanca le sonrió y acarició su mejilla.

-Estas cosas las compre para mí, creo que tenemos mucho más en común de lo que nos imaginábamos -Dijo abriendo el paquete y mostrándole los dos pañaleros que venían en la bolsa.

La cara de Abraham se ilumino y una sonrisa apareció en su rostro, ambos se abrazaron y besaron. Se fueron a la cama pues era bastante tarde y Blanca estaba realmente agotada de trabajo de todo el día. En las mentes de ambos solo podían gestarse sus más grandes fantasías, ninguno de los dos había tenido oportunidad de compartir este pasatiempo con alguien en la vida real, solo se limitaban a compartir sus experiencias a través de internet con otras personas que disfrutaban de sus mismos gustos, el haber confiado sus secretos el uno al otro les abrió un nuevo mundo de posibilidades.

Despertaron más tarde que de costumbre, el primero en levantarse fue Abraham, aún estaba procesando si lo que sucedió hace unas horas había sido real o solo parte de un hermoso sueño. Le dio un beso en la mejilla a Blanca y la cubrió bien con la sábana, fue a la cocina a preparar el desayuno y leer las noticias en su Tablet.
Por el aroma y el ruido de la cocina, Blanca se despertó, también estaba algo confundida sobre lo que sucedió en la madrugada, pero al levantarse y ver sobre el sillón sus pañaleros y el pañal y chupón de Abraham confirmo que todo había sido real. Puso la mesa y ambos se sentaron a desayunar como era su ritual desde hacía poco más de un mes, la cafetera italiana empezaba a espumar el café y todo el comedor se inundaba con el tostado aroma, ambos eran fanáticos empedernidos del café. Ninguno de los dos se atrevía aún a tocar el tema, sentían mucha vergüenza de revelarse uno al otro, Blanca tomó la iniciativa y después de lavar los trastes fue al armario y sacó su caja rotulada de “archivo muerto”, le quitó la cinta y levantó completamente la tapa.

Al mirar de reojo el contenido, Abraham hizo lo mismo con su maleta secreta. Empezaron a contarse los detalles de su pequeño espacio, a Abraham le gustaba dibujar, colorear y armar legos mientras usaba su pañal y chupón, podía estar horas jugando sin tener que interrumpir la diversión para ir al baño, a Blanca le gustaba pintar con pinturas para dedos y ver películas de Disney en maratón, le gustaban mucho los pañales acolchados y con diseños divertidos, Abraham era más del clásico pañal completamente blanco, pero bien ajustado. Ella prefería el biberón y él su vasito entrenador, a ambos les encantaban los chupones y los muñecos de peluche, y ninguno había recibido un trato de bebé o cambio de pañal por parte de otra persona. Blanca tenía una amiga de la universidad que compartía sus mismos gustos, de hecho, fue esa chica la que introdujo a blanca en ese mundo, Abraham no conocía a nadie como el en persona (bueno ahora ya conocía a blanca) y todas sus amistades se basaban en internet.

Después de hablar por un buen rato y conocer más detalles el uno del otro, sonó la alarma de Abraham, era el aviso de que tenían que salir a ver al primo de Blanca, quien les prestaría su camper en donde pasarían sus próximas vacaciones durante dos meses alrededor del país.
El primo de Blanca era un hombre adinerado, que había accedido a prestarles su camper ya que casi nunca lo utilizaba, además que Abraham y Blanca le habían hecho las fotos de su tercera boda y había quedado encantado.

Se quedaron con ganas de entrar en su pequeño espacio y compartirlo con alguien por primera vez, aunque en realidad se sintieron aliviados de tener un compromiso pues aún .no se sentían en plena confianza de abrirse por completo.

Llegaron a la pensión en donde se encontraba el camper, el primo de Blanca los recibió y les mostro el vehículo de arriba abajo, era un vehículo muy lujoso y espacioso, Abraham y Blanca estaban encantados, no podían esperar más a emprender su viaje, que sería una especie de luna de miel pues recién se habían mudado juntos. Después de un par de horas en los que el primo les explicaba el funcionamiento completo del vehículo (electricidad, gas, baño, regadera, calefacción, agua, mantenimiento, etc.) les entrego una Tablet en donde estaban los manuales de funcionamiento y las llaves del vehículo, les deseo buena suerte y se retiró.

Su viaje iniciaba dentro de dos días y ya habían hecho una lista de todas las provisiones que necesitarían, tenían una clara ruta marcada con todos los lugares que querían visitar y las rutas a tomar, incluso habían tomado un curso de primeros auxilios y otro de reparación de vehículos. Se fueron al supermercado a surtir su lista de provisiones, llevaron agua embotellada, alimentos enlatados, pastas, y algunos dulces, compraron herramientas, medicinas y diversos materiales, cuando sus dos carritos quedaron llenos se dirigieron a las cajas, pero su camino se vio interrumpido por un espacio que ambos conocían perfectamente: el pasillo de bebés y farmacia.
Ambos se ruborizaron cuando pasaron por ahí, pero Blanca tomó la iniciativa, empezó a colocar en el carrito varios paquetes de toallitas húmedas, dos botes grandes de talco y varios jabones y shampoos, Abraham hizo lo propio con algunas cremas y lociones, agarraron algunos paquetes de pañales para adulto y ahora si procedieron a pagar todo.

Al llegar a casa pidieron por internet varios paquetes de pañales ABDL, que son pañales para adulto pero con diseños como si se tratase de pañales infantiles, pidieron el envío exprés para que llegaran al día siguiente, pues en dos días tenían que poner marcha hacia la carretera.

El día siguiente también sería un día bastante ocupado, tendrían que acomodar todas las provisiones dentro del camper, enviar algunos correos, retirar dinero en efectivo, avisar a sus familias que ya se iban, dejar encargado el departamento con la vecina de Blanca y algunos otros recados que tenían que hacerse antes de desaparecer durante dos meses, Abraham se fue a la pensión a llevar todas las provisiones dentro del camper, Blanca se quedó en el departamento a enviar correos y esperar su paquete, en la tarde llegaron varias cajas con sus pañales, de distintos modelos y diseños, afortunadamente ella y Abraham utilizaban la misma talla. Blanca alcanzó a Abraham en la pensión, quien aún no terminaba de acomodar todas las cosas, llevó los pañales y los acomodaron en el compartimiento debajo de la cama, calcularon que serían suficientes pañales para dos meses de viaje, el día anterior, en la noche se les había ocurrido que podrían usar pañales durante todo el tiempo que durara el viaje.

Habían pasado ya tres días desde que ambos habían confesado su lado ABDL, pero hasta el momento no se habían atrevido a serlo delante del otro, además que las prisas del viaje también consumían todo su tiempo. Por fin dejaron todo listo, tanto el camper como su departamento, no tenían más trabajos pendientes y habían programado mensajes grabados en sus teléfonos y en sus servicios de mensajería para que automáticamente le avisaran a quien les hablara que estarían fuera por dos meses.

Llevaban sus teléfonos, pero solo para situaciones de emergencia, pues querían disfrutar al máximo sus vacaciones y tener un tiempo de desconexión de las redes sociales para poder disfrutar del viaje y de todos los increíbles lugares que visitarían, además sería una excelente oportunidad para conocerse más como pareja, pues en recientes días habían descubierto por casualidad que aun tenían algunos secretos el uno para el otro.

El día cero comenzaba, así es como habían decidido llamar al primer día de viaje, la ruta estaba ya marcada y el itinerario era claro, aunque se habían prometido que serían flexibles respecto a eso, ambos sabían que eran personas muy ordenadas y organizadas, que pese a ser artistas, no les gustaba hacer cambios de último momento.
El día anterior ya habían llevado a la camper, todo lo que necesitarían para el viaje, salieron de su casa y tomaron un taxi hasta la pensión en donde se encontraba el vehículo resguardado, ya que era demasiado grande para el pequeño cajón de estacionamiento que tenían en su condominio, media hora después llegaron y se subieron al vehículo, Blanca sería la primera en manejar y por la tarde la relevaría Abraham, estaban algo nerviosos pero emocionados, no solo porque sería su primer viaje largo en carretera y prácticamente sus primeras vacaciones juntos como pareja, sino porque habían prometido que durante el viaje utilizarían pañales 24/7, ósea todo el día, todos los días.

Capítulo 3 – En la carretera

Pensaron en ponerse los pañales antes de salir de la pensión, pero aún estaban bastante tímidos al respecto, decían que la gente que estaba en la pensión podría escucharlos o verlos, pero la verdad es que con las cortinas echadas, era imposible ver hacia dentro de la camper, pues incluso había una cortina que separaba la cabina del resto del espacio, habían quedado de acuerdo en poder usar sus pañales, ropa, objetos y juguetes ABDL durante todo el viaje pero las conversaciones siempre eran algo rápidas y un poco evasivas por parte de ambos, era una personalidad tímida la que ambos compartían.

Se alejaron unos kilómetros y después de dos horas al volante, dejaron atrás la ciudad, se dirigían al norte, a su primer destino, en la carretera apareció un letrero que indicaba que había una gasolinera y estación de servicio dos kilómetros adelante y por fin Blanca tomo la iniciativa.

-En el siguiente paradero nos detenemos para cambiarnos, ¿Está bien?

-Está bien -respondió Abraham sin demasiada emoción, lo que ocultaba su gran nerviosismo.

Llegaron a la estación y estacionaron el camper, salieron de la cabina y entraron al espacio habitable, era bastante amplio, las paredes eran gruesas y las ventanas dobles, lo que hacía que ningún sonido pudiera entrar ni tampoco salir, tenían tres cámaras alrededor de la camioneta y monitores en donde podían ver todo lo que pasaba afuera de la camioneta.

Blanca abrió el pequeño armario que había debajo del colchón y saco dos gruesos y blancos pañales, y de uno de los cajones sacó un bote de talco. Le dijo a Abraham que se quitara los pantalones y la ropa interior pero que se quedara con los zapatos puestos, de alguna forma, le parecía más excitante verlo desnudo de la cintura para abajo con los calcetines y zapatos puestos.

Ambos se desnudaron de la cintura para abajo dejándose su calzado, Abraham fue el primero en recibir su cambio de pañal, en realidad no era cambio pues no traía uno puesto. Se acostó y con algo de vergüenza, evitando la mirada de Blanca levantó las piernas con ayuda de ella, dejando al aire su culo, Blanca colocó el pañal extendido debajo de él y le puso bastante talco en sus lampiñas nalgas, después le bajo las piernas y colocó talco en sus testículos, ingles, pene y abdomen, subió la parte delantera del pañal y cerró bien apretadas las cintas, Abraham nunca había tenido un pañal mejor colocado, se puso de pie y se miró al espejo, su acolchado trasero le encantaba, se tocó el pañal por enfrente muy conforme de cómo había quedado perfectamente ajustado, dudaba que el pudiera hacer un trabajo así con el pañal de Blanca.

Blanca se acostó en el mismo sitio que ya tenía rastros del talco para bebés, levantó las piernas y Abraham procedió de la misma manera en la que ella lo había hecho hace unos momentos, le levantó las piernas y le colocó el pañal bien extendido debajo de sus nalgas, batalló un poco para encontrar la altura correcta, y después de una buena rociada de talco, ajusto lo mejor que pudo las cintas, también haciendo un trabajo perfecto, ambos se vieron al espejo usando sus blancos e inmaculados pañales, se dieron un beso en la boca y volvieron a la cabina, no sin antes colocarse encima sus pantalones.

Tres horas de carretera más tarde llegaba la hora de comer, habían planeado comer en restaurantes en la carretera y desayunar y cenar dentro del camper, si hubiera una ocasión o lugar especial esto podría cambiar, pero por lo general seria así, para ahorrar en tiempo y dinero además de evitar exponerse a que algo les hiciera daño. Se estacionaron en un pequeño restaurante al lado de la carretera.

Ninguno de los dos se atrevía a bajar, era la primera vez que estarían fuera de su casa en pañales, lo más que había hecho Abraham era salir a recibir un paquete a la calle mientras usaba pañal debajo de su pijama, y Blanca si había salido a la tienda con pañales un par de veces, pero eran pañales para bebé, eran bastante más delgados y discretos de los que estaban usando en ese momento.

Se quedaron en la cabina esperando que el otro se bajara, después de unos segundos que les parecieron eternos ambos se echaron a reír, se dieron cuenta de que no se notaba el pañal, aunque era bastante absorbente, según el empaque decía que aguantaba hasta 8000 ml, pero como aún estaban secos pasaban desapercibidos debajo de su ropa oscura.

Bajaron tímidamente, Abraham estuvo tentado a amarrarse una chamarra alrededor de su cintura, pero se sintió con confianza cuando Blanca bajo primero de la camioneta. Se tomaron de la mano y entraron al lugar, era bastante sencillo pero muy amplio, estaba como a la mitad de su capacidad pues era un martes, la mayoría de las mesas estaba ocupada por transportistas que iban solos y una que otra familia o pareja. Se sentaron en una de las mesas más al fondo que había. En menos de un minuto un joven se les acercó con la carta, les dijo que cuando quisieran ordenar le llamara, y así lo hicieron. La comida estuvo muy bien, pidieron un café para terminar, pues ellos como buenos amantes del café siempre piden café a cualquier lugar en donde vayan a comer, desayunar o cenar. En lo que el chico iba por su café a Abraham le entraron ganas de orinar, sin pensarlo se levantó de la silla y Blanca le pregunto que a donde iba, antes de responderle, Abraham cayo en cuenta de su condición y se volvió a sentar, Alma le respondió con una sonrisa y Abraham se sonrojo.

-Estos aguantan muchísimo, créeme, no pasara nada, haz pipí. -Le dijo Blanca mientras lo tomaba de la mano a través de la mesa.

Abraham decidió aguantar hasta estar dentro de la seguridad del camper. El chico les llevo el café y ambos lo disfrutaron, no era el mejor que hubieran probado, pero no estaba nada mal, pagaron la cuenta y se levantaron de su asiento. Discretamente Blanca le pregunto si había hecho a lo que el muy bajo le respondió que aún no. La chica le dijo que no tenía caso aguantarse, que lo terminaría haciendo, pero el aún tenía sus dudas.

Subieron al camper y decidieron tomar una siesta, iban bastante bien de tiempo y habían comido abundantemente pues salieron sin desayunar de su departamento. Se quitaron los pantalones, calcetines y zapatos quedándose únicamente con su camiseta y pañales, Abraham aún se estaba aguantando las ganas de orinar.

Acostados en la cama se metieron debajo de la sabana, blanca le volvió a preguntar a Abraham si ya había hecho y él le dijo que se le habían espantado las ganas, pero la verdad es que le andaba de la pipí más que antes. La chica tomo su mano y la colocó en la parte delantera de su propio pañal, Abraham empezó a sentir que el pañal aumentaba su temperatura y se estaba poniendo tibio, Blanca no pudo contener la risa la cual fue correspondida por la de Abraham. Cuando la chica termino de orinar el pañal se veía casi igual, salvo por una pequeña mancha un poco más oscura en la entrepierna, sin duda esos pañales estaban hechos para aguantar bastante. Con más confianza Abraham dejo fluir la orina a través de su acolchado pañal el cual se evidencio un poco más que el de blanca, pues él había bebido mucha más agua esa mañana. Pusieron su alarma y abrazados quedaron dormidos.

Una hora después ambos despertaron, se colocaron su ropa nuevamente y ahora Abraham se puso al volante, tres horas después llegaron a su primer destino; San Mateo.

San Mateo es un pueblo mágico al pie de una verde montaña, las calles empedradas son bastante empinadas, algo que al principio les preocupó, pues dudaban si la pesada camioneta podría transitar por ahí, pronto todas esas dudas se disiparon al notar que el vehículo 4×4 subía sin mayor complicación, era un maquina bastante potente, Tardaron unos vente minutos en llegar al paradero, un estacionamiento para campers que tenía todo lo necesario para los viajeros de autocaravana. Estacionaron el vehículo y bajaron a estirar las piernas, esta vez con menos vacilación que la primera, aunque todavía con algo de desconfianza, pues la vez anterior aun no usaban sus pañales, en este momento ya tenían por lo menos un litro de orina entre sus acolchadas capas.

De nuevo Blanca fue la primera en bajar y Abraham la siguió, ambos revisaron que a ninguno se le notara el pañal bajo la ropa, cuando estuvieron suficientemente conformes salieron del estacionamiento y se dirigieron al centro del pueblito, caminaron unos quince minutos cuando llegaron a la plaza principal, el lugar era bastante tranquilo y pintoresco, como buenos fotógrafos llevaban siempre su cámara bajo el hombro y tomaron varias fotos. Al principio caminaban con vacilación, pero pronto se les olvido que debajo de sus pantalones no había ropa interior de adultos si no unos lindos y suaves pañalitos, eran bastante cómodos, pronto se acostumbraron al acolchado y ya no tenían tanto reparo al caminar. Después de dos horas de pasear y tomar fotos, regresaron a la camper, el sol se estaba ocultando y querían irse a dormir temprano, pues al día siguiente iban a subir andando la montaña de San Mateo.

Al llegar al estacionamiento fueron detenidos por el encargado del lugar, un hombre de mediana edad que quiso hacerles conversación les decía que su camper era muy grande y elegante, ellos solo trataban de zafarse de esa conversación pues tenían miedo de que notara los pañales, pues ambos ya habían vuelto a orinar por lo menos una vez más desde la siesta, pero tampoco querían ser groseros pues estarían ahí por lo menos dos días más. Después de algunos minutos que les parecieron horas el hombre regreso a su lugar porque venia entrando otro vehículo. Aliviados Blanca y Abraham entraron a su camper.

Abraham tenía muchas ganas de hacer popó, pero no se atrevía a hacerlo, en realidad desde la siesta que se estaba aguantando, sabía que igual que con la pipí, tenía que resignarse, el nunca antes se había hecho popó en el pañal, a diferencia de Blanca que algunas ocasiones lo había hecho, aunque no muchas, pensó que estando en un lugar cerrado como el interior del camper el aroma iba a ser desagradable, es por eso que había comprado un par de latas de aromatizante de ambiente.

Le dijo a Blanca que tenía ganas de hacer popó pero que nunca antes lo había hecho en el pañal y que le daba vergüenza hacerlo frente a ella. Blanca lo abrazo y le dijo que no se preocupara, que abriera sus piernas y flexionara un poco las rodillas. Abraham lo hizo y comenzó a pujar, la verdad es que no hizo falta demasiado esfuerzo pues si tenía muchas ganas, empezó a sentir la calidez de la popó que se depositaba dentro de su pañal, siguió pujando hasta que sintió que ya estaba todo hecho.
Blanca palmeo el trasero acolchado de Abraham y ambos se sorprendieron de que el aroma no se estaba encerrando, el vehículo contaba con un buen sistema de ventilación y filtros anti olores que mantenían fresco el ambiente dentro, claro que había un aroma a popó, pero este no era tan fuerte como se habían imaginado.

Abraham se sintió muy a gusto haciendo popó en su pañal, Blanca le pregunto si quería que lo cambiara ahorita o se esperaría un rato hasta la hora de la ducha, Abraham le dijo que esperaría.

Se sentaron en la cama a jugar cartas, era algo que a ambos les gustaba, Blanca no ensucio su pañal esa noche, pero si lo siguió mojando hasta que ambos claramente necesitaban un cambio de pañal.

Capítulo 4 – Monte San Mateo

Después de un rato de jugar cartas era hora de la ducha, el primero en ducharse seria Abraham pues ya había estado un buen rato con el pañal sucio y se sentía ya un poco incomodo, a ellos les gustaba ducharse juntos, pero el tamaño de la regadera del camper no permitía que más de una persona entrara a bañarse en el estrecho espacio.

Blanca colocó el tapete para cambios sobre la cama y le pidió a Abraham que se acostara, sacó un paquete de toallitas húmedas e inició con la limpieza, desprendió las cintas y bajó la parte delantera del pañal, Abraham cooperando levantó ambas piernas en el aire para dejar el culo expuesto, estaba bastante lleno de popó, pero esto no pareció incomodar a Blanca, al contrario, se veía muy feliz de cambiarle el pañal a su compañero.

Con la parte delantera del pañal que solo se encontraba húmeda, retiro el exceso de suciedad del cuerpo de Abraham y después con toallitas húmedas empezó a pasarla por toda la zona, después de usar tres o cuatro toallitas quedo suficientemente limpio. Blanca colocó las toallitas sucias dentro del pañal y lo hizo bolita, después procedió a tirarlo al bote de basura que estaba especialmente diseñado para este propósito, pues no dejaba escapar ningún aroma de su interior. Abraham le preguntó a Blanca si quería que le cambiara su pañal en ese momento o mejor lo esperaba a salir de la ducha, ella le dijo que lo esperaría, que estaría con su pañal mojado un poco más pues sentía que aun aguantaba otro poco, aunque realmente ya estaba bastante lleno.

Abraham se duchó con especial atención en lavarse bien en la zona del pañal, una vez termino, salió envuelto en una toalla, Blanca terminó de secarlo, le colocó crema en todo el cuerpo y después un pañal limpio, con bastantes polvos de talco y un poco de loción de bebés para antes de dormir. Después de recibir su nuevo y fresco pañal, ahora Abraham le quitó su pañal a Blanca, como ella solo había hecho pipí no fue necesario limpiarla pues lo haría ella misma en la ducha, Abraham hizo bolita el enorme pañal de Blanca que estuvo a punto de escurrir, sin embargo, no paso nada de humedad al exterior, lo echo al bote y blanca se fue a bañar.

Al salir se repitió el mismo procedimiento, Abraham tomó un pañal con diseños impresos y lo extendió sobre la cama, después de secar y colocar crema en el cuerpo de Blanca, la colocó sobre el pañal, colocó talco en sus genitales y nalgas y procedió a cerrar firmemente las cintas del pañal sobre su abdomen.

Una vez ambos estuvieron acolchados y protegidos encendieron el proyector del camper para ver una película mientras estaban acurrucados en la cama vestidos únicamente con un pañal esponjoso y suave. En ese momento se sentían muy cómodos, estaban el uno con el otro, su amor y su relación se sentía cada vez más fuerte, pues por fin podían experimentar el uso de pañales con otra persona, además estaban descubriendo una nueva sensación que les había provocado el cambiarle los pañales a alguien más.

A la mañana siguiente despertaron muy temprano, pues tenían pensado hacer una excursión al pico de san Mateo, ambos eran aficionados a las excursiones y de niños habían sido scouts, cada quien en la ciudad en donde habían crecido. Blanca se levantó con el pañal mojado y sucio, había aprovechado en la madrugada para hacer pipí y popó, no se había tenido que molestar en levantarse al baño y eso le había encantado, por su parte Abraham mojo su pañal en la mañana ya cuando estaba despierto y preparando las mochilas para la excursión.

Su plan era llegar al pico de la montaña al atardecer, pasar la noche ahí y regresar al camper al día siguiente. El clima era perfecto para la excursión, había algunas nubes, pero no parecía que fuese a llover, aun así, llevaron la tienda de campaña por si acaso, aunque la idea era pasar la noche bajo las estrellas. En realidad, una tienda de campaña solo es necesaria cuando hace mucho frio o hay lluvia pero ese no era el caso, estaban muy emocionados pues ninguno de los dos había vuelto a pasar una noche en el exterior desde que eran niños. También la idea de llevar pañales les emocionaba, pues a ninguno de los dos nunca les había agradado la idea de tener que hacer del baño en la naturaleza, era complicado e incómodo, siempre tenías miedo de que algún animal o bicho se te subiera, que alguien te observara y además que siempre las plantas te picaban por todos lados, ahora llevarían su baño portátil encima de ellos mismos.

Terminaron de empacar las mochilas, no pudo faltar un paquete de toallitas, un bote de talco, crema para rozaduras y cuatro pañales. Antes de salir Abraham le cambió su pañal sucio a Blanca, colocó el tapete sobre la cama y despego las cintas de su pañal, imitó el procedimiento que ella había hecho con él la noche anterior, con la parte delantera retiró el exceso de popó de los genitales y con toallitas húmedas termino el trabajo, tiro el pañal con las toallitas en el bote y le colocó crema y talco a consciencia, sería una larga caminata por lo que debía estar bien protegida de las rozaduras, ajusto perfectamente el nuevo pañal y después le colocó su short.
Ambos se calzaron sus botas de excursión y se pusieron sus mochilas al hombro, cerraron perfectamente la camioneta y acompañados por el amanecer emprendieron el ascenso.

Caminaron durante dos horas en las que la fresca brisa los había obligado a mantener sus chamarras puestas, cuando el sol empezó a estar en lo más alto se detuvieron a tomar un almuerzo. Se quitaron las mochilas y las chamarras pues la brisa estaba amainando y el calor empezaba a sentirse, Abraham saco la pequeña cocina portátil y el tanque de gas junto con los utensilios para cocinar, Blanca saco los alimentos y el agua y prepararon su desayuno.

Al estar sentados en el pasto se dieron cuenta que era muy cómodo traer un acolchado pañal en las nalgas, se quedaron disfrutando de la vista, la calma y el silencio que se percibía, tal vez era un poco por la altura pero incluso sentían en sus oídos una sensación extraña, se sentía el silencio y la calma, habían estado muy acostumbrados al ruido de la ciudad, en donde ni un segundo hay calma, ni siquiera en la madrugada, todo el tiempo hay sonido de autos, de aviones, de perros ladrando, siempre hay algo que hacer y un estímulo al que reaccionar, no llevaban encima sus teléfonos, no tenían que estar revisando notificaciones, correos, mensajes y llamadas, únicamente estaban cargando un pequeño teléfono, de esos que únicamente pueden hacer llamadas y enviar mensajes de texto, solo para emergencias, ni siquiera tenían que preocuparse de que hora era, solo de seguir el sol y aprovechar la luz de día.

Tomaron varias fotos del paisaje, alcanzaron a ver unos conejos silvestres saltando y jugando por los montículos, iguales a los conejos impresos en los pañales de Blanca, en esa tranquilidad ambos dejaron salir la pipí que traían acumulada por el viaje, lo hicieron al mismo tiempo pero ninguno de los dos le dijo al otro. Era muy cómodo poder hacer del baño en el momento que quisieran, no tenían que bajarse la ropa ni ir a un árbol o arbusto, no había que preocuparse de los bichos o de las plantas.
Recogieron todo y se volvieron a colgar la mochila al hombro, avanzaron algunos kilometro más hasta dejar atrás la ruta turística, el punto al que la mayoría de los excursionistas turísticos subían y donde el camino estaba perfectamente trazado, a partir de ese momento el terreno era más complicado y era casi seguro que no se encontrarían a nadie por el camino, en la ruta anterior se habían topado con dos o tres personas que estaban haciendo el recorrido caminando o trotando, esa era una ruta popular para los corredores de montaña pero a partir de ese punto ya no había corredores, pues además de no estar en temporada vacacional, el terreno no era amigable para cualquiera que quisiera subir.

El sol estaba en su punto más alto y el calor empezaba a hacer complicada la ruta, Abraham se estaba lamentando por haber llevado pantalones largos y no haber optado por usar pantalones cortos como los de Blanca, ella le dijo que si quería podría quitarse el pantalón y seguir únicamente con su pañal, Abraham lo descartó en seguida, tenía miedo de que alguien pudiera verlo así, con un pañal medio orinado haciendo excursionismo, Blanca lo convenció de que no había nadie ahí, solo águilas y conejos, que estaría mucho más cómodo y de paso le daría color a sus pálidas piernas, después de uno minutos, Abraham cedió, un poco por la incomodidad, y un poco por la excitación de usar un pañal a plena vista.

Se quitó las botas y después el pantalón, lo doblo bien y lo metió en su mochila, después procedió a colocarse de nuevo las botas, por alguna razón se sentía más desnudo con las botas puestas que cuando no las traía. Blanca lo miro de arriba abajo con una sonrisa y noto su vergüenza, entonces sin decir nada ella se quitó su short y ambos siguieron la ruto con sus pañales a la vista.

Sacaron sus bastones para ayudarse a pasar por el terreno más complicado, pasaron unas pequeñas cascadas en donde blanca sintió más ganas de orinar y siguió llenando su pañal. Después de cuatro horas de seguir caminando y varios kilómetros avanzados era hora del segundo descanso para comer.
Se pusieron a la sombra de una gran roca inclinada que por la hora ya proyectaba una buena sombra, prepararon sus alimentos, esta vez la vista era más sorprendente, pues ya se encontraban a bastante altitud, varias aves enormes surcaban el cielo y se podía escuchar su canto, la majestuosidad de estos animales volando en la inmensidad del cielo era inspiradora, se tomaron su tiempo para tomar fotografías y disfrutar de su comida.

Se recostaron en la hierba para descansar un poco y bajar la comida, Ambos orinaron un poco más sus pañales, el sonido del chorro de orina saliendo de Blanca y siendo absorbido por el acolchado de entre sus piernas estaba siendo evidente en medio del silencio y la calma de la naturaleza, Abraham procedió a hacer lo mismo y el torrente sonó con un poco de más fuerza lo que le sacó una sonrisa a ambos.

Siguieron la ruta, pues aún había dos buenas horas de luz y estaban muy cerca del primer pico del Monte San Mateo. Se colocaron sus pantalones pues la brisa y la altura empezaban a aumentar, incluso Blanca le colocó las piernas a su short que se convertía en pantalón con un par de cierres.
El atardecer empezó a hacerse evidente y la hora dorada llegó, el momento favorito de cualquier fotógrafo de exterior, el momento exacto en que el sol se está ocultando y la luz pasa a pintar todo el paisaje con un cálido color dorado que dura solo unos minutos. Aprovecharon para tomar varias fotos, era la ventaja de ser fotógrafos profesionales, tenían un buen equipo y sabían cómo usarlo.

Después de la sesión fotográfica, encontraron un lugar resguardado del viento detrás de una grieta y prepararon el suelo, barrieron las piedras y colocaron una capa de hierba alta, después pusieron los tapetes y sobre de ellos sus colchones inflables.
Blanca encendió una pequeña fogata en lo que Abraham preparaba los alimentos, cuando estuvo lista la comida la luz del sol desapareció completamente y un hermoso cielo estrellado se reveló frente a sus ojos.

CONTINUARÁ…

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