Chico haciendo yoga usando pañales y chupete

Proyecto Daniel

Chico haciendo yoga usando pañales y chupete

Índice


PRELUDIO

El departamento era amplio, tres habitaciones, una cocina amplia, un baño completo por habitación más el de las visitas, una sala de estar, comedor y hasta un jardín pequeño. Se veía ropa por todas partes desde el salón hasta la habitación principal, cajas de comida para llevar, botellas de alcohol y refresco, el suelo apenas y se veía, y en los lugares en donde se asomaba un poco del azulejo, en lugar del elegante color marfil egipcio, se notaba un gris oscuro con manchas de distintos tipos.
La cocina era otro interesante ecosistema, claramente no se podía preparar ni un desayuno sencillo en esas condiciones, había una pila de trastes en el fregadero que no dejaban ver ya las llaves de agua, algunas criaturas ya estaban creciendo en aquel monte blanco de platos, vasos y cubiertos, toda la encimera estaba llena de basura y empaques de galletas y papas fritas, el bote de basura cumplía la función de adorno más que de otra cosa, pues una pila de basura del doble de tamaño de este se observaba junto a él.

En la sala, los que alguna vez fueron hermosos sillones color crema, ahora eran una suerte de tapizado con manchas de muchos tonos de gris, café, rosado y anaranjado.
A primera vista podría parecer que este departamento fue la sede de una fiesta universitaria de unas 40 personas durante una semana, aunque la verdad es que no, en el condominio estaban estrictamente prohibidas las fiestas, esto hubiera provocado que a Daniel lo hubiesen multado y su padre lo sacara del departamento.
Este escenario era obra de una sola persona, Daniel, un chico de veintidós años quien llevaba una vida bastante desorganizada por no decir más, desde hace casi un año que había entrado a la universidad después de varios intentos, vivía solo en un departamento en la ciudad que su abuelo le había heredado, y subsiste gracias a un seguro de vida de su madre del cual él era el único beneficiario.

Pero la vida independiente no le había sentado nada bien a Daniel, desde hace más de diez años había vivido solo con su padre con un régimen militar por no decir menos ya que este era funcionario de las fuerzas armadas y creía que esta crianza era la que formaba a un hombre de provecho para la sociedad, su madre falleció en un accidente de auto junto con su abuelo cuando él tenía apenas doce años, al cumplir veintiuno pudo recibir el departamento, herencia de su abuelo y el seguro de vida de su madre, su padre no creía que el fuera capaz de administrar todo este dinero solo, pero no podía hacer mucho ya que el beneficiario era mayor de edad y él podía disponer de su dinero como él quisiera, sabía que si su hijo recibía una cantidad así de dinero de golpe iba a amanecer muerto víctima de una congestión alcohólica o sobre dosis, o lo iba a terminar gastando todo en una noche de fiesta con sus amigos, ya que sabía que su hijo era bastante generoso cuando se trataba de salir con más personas, así que lo único que pudo hacer era crear un fideicomiso, antes de que Daniel cumpliese la mayoría de edad, en donde, una parte se iba directamente al mantenimiento del departamento, otra a las colegiaturas de la escuela y seguro médico y el resto se le iba a ir pagando a razón de mil dólares al mes, eso sería más que suficiente para pagar los servicios, comida y ropa, que para su padre, deberían ser los únicos gastos que un chico de su edad debería tener.

Regresando al departamento, entramos a la habitación principal, ahí encontramos a un chico de veintidós años de edad, bastante común, en la habitación hay más ropa acumulada por el suelo, la cama y los muebles que en cualquier parte de la casa, aquí si no se alcanza a ver ni evidencia de que existe un suelo debajo de todo esto, hay botellas de vidrio y plástico por todos lados y un baño lleno de toallas, jabón y más productos regados por todos lados.

Suena la alarma de un teléfono sepultado entre ropa y cobijas, se estira una mano de entre todo el desorden que hay sobre la cama y Daniel se levanta, pateando los obstáculos del suelo se dirige al baño, abre la llave de la ducha y se queda bajo el chorro de agua durante varios minutos, con la mirada vacía y los hombros caídos.

AYUDA

Daniel empieza el segundo semestre de la universidad de artes digitales, la más importante del país y de las mejores del continente, llega a la segunda clase del día, pues se le hizo tarde para llegar a la primera clase, el semestre anterior reprobó todas las materias excepto dos, y no por falta de talento, más bien por falta de atención, en lugar de expulsarlo, como decían las reglas del plantel al reprobar más de cinco materias en un solo semestre y no recuperarlas en extraordinarios, su tutor le hizo una cita obligatoria con la psicóloga del campus, para darle seguimiento puntual a su caso, ya que también habían notado atisbos de depresión y algunos otros trastornos que afectan al muchacho.

Llegó el final del día, el rostro de Daniel había cambiado por completo, se le miraba contento, Daniel disfrutaba mucho de sus clases, la animación era su pasión desde los siete años de edad, y por fin estaba estudiando su sueño en un gran colegio con profesores muy reconocidos en la industria, sin embargo sabía que su estilo de vida no lo llevaría muy lejos, después de hablar con su tutor antes de las vacaciones intersemestrales, había decidido que aceptara la ayuda del psicólogo del campus y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por cambiar su estilo de vida y poder lograr sus sueños que tenía desde que era pequeño.

-Adelante -Se escuchó desde adentro del consultorio después de que Daniel dio dos golpes tímidos con los nudillos a la puerta de entrada

Daniel entró con vacilación, el salón era amplio, tenía una impecable alfombra beige y los tonos de las paredes eran un azul grisáceo bastante bajo, casi como blanco, los muebles también eran de colores neutros y en medio de todo había un enorme diván en el cual Daniel fue invitado a recostarse.

Durante dos horas, la psicóloga y Daniel estuvieron conversando, Daniel podía entrar en confianza bastante rápido, habló acerca de la muerte de su madre y de su abuelo, del estricto régimen que su padre mantuvo con él, de sus deseos y ambiciones profesionales y por último del estilo de vida que había estado llevando desde hace casi un año el cual estaban provocando un muy bajo rendimiento en su carrera y en su vida en general. La psicóloga tomó nota de todo esto y le dijo que le asignaría a un terapeuta para que tuviera con él una sesión por semana, también quería hacer una visita a su casa para analizar el entorno y ver de qué manera se le podía ayudar a mejorar estos hábitos destructivos que estaba teniendo. Después de recibir una felicitación por parte de la psicóloga, pues en palabras de esta, el paso más difícil ya estaba hecho, aceptar el problema y pedir ayuda, Daniel se retiró del consultorio y fue a la cafetería por algo de comer, en donde se quedaría trabajando en su computadora hasta que el campus cerrará sus puertas y regresará a su departamento a dormir, pues como nos hemos dado cuenta, ese espacio era ya prácticamente inhabitable.

Después de tres sesiones más, la psicóloga contactó con una de sus mejores terapeutas, Abigail, una joven de treinta años quien participaba de un nuevo programa de corrección y generación de hábitos para casos graves, este programa aunque algo polémico por parte de algunos profesionales y usuarios, tenía una alta tasa de resultados positivos, que si bien no eran para cualquier persona, un cuidadoso tamizaje de los candidatos hacía que solo se escogiera esta terapia para aquellos que su análisis psicológico sugiere que sería funcional.

La primera asignación de Abigail era visitar el departamento de Daniel, este le dio el código de entrada de la puerta para que ella pudiese entrar mientras él estaba en la escuela, pues esa semana había un congreso que duraba prácticamente todo el día.

Al entrar al departamento Abigail se quedó bastante impactada por lo que había dentro, no se sorprendió que a Daniel no le gustara estar en el departamento más que para dormir, después de tomar algunas fotografías para su reporte, solicitó un servicio de limpieza residencial, este llegaría al día siguiente, justo después de que Daniel saliera de casa y debería terminar con todos, antes de que este volviera de su congreso.

A la mañana siguiente llegó Abigail con un grupo de más de quince personas y equipo de limpieza industrial de todo tipo y comenzaron con el trabajo, sacaron más de veinte bolsas de basura llenas, limpiaron muebles, paredes y pisos, dejaron relucientes los baños y se deshicieron de la mayoría de los platos y vasos de la casa, pues ya estaban completamente arruinados, desinfectaron la cocina y hasta el pequeño patio recibió su respectivo cuidado, se retiraron las plantas muertas y se fertilizo el pasto del jardín, y se fumigo la casa completa, después de más de once horas de trabajo profesional y una cuenta de casi tres mil dólares, el departamento parecía una portada de revista.

Sin embargo, después de obvias razones, Daniel no sería capaz de mantener el estado del departamento en esas condiciones por sí mismo si no cambiaba completamente de hábitos, la opción de contratar a un personal de limpieza que se encargará del mantenimiento diario tampoco era la opción más viable a corto plazo pues la limpieza y el orden sólo reflejaba una pequeña arista de todo lo que debía cambiar Daniel desde dentro de sí mismo, por lo cual, la terapeuta le solicitó que se hospedara en un hotel cercano a la escuela por lo menos durante la siguiente semana, en la que estarían yendo a una revisión general con el médico y con el nutricionista, pues la salud de Daniel tanto como su estado psicológico estaban bastante deteriorados.

Después de una semana agotadora para el chico de visitas con la terapeuta, análisis médicos y visitas al nutricionista, Abigail había terminado la planeación de la terapia de los próximos seis meses, según los análisis, Daniel era un buen candidato para esta nueva terapia de corrección y desarrollo de hábitos eficaces, así mismo el compromiso de Daniel se había visto reflejado en su actitud positiva para todas las visitas médicas y sus puntuales asistencias a las terapias con Abigail y la psicóloga de campus.

Abigail ya se había ganado la confianza completa de Daniel, por lo que este no opuso ningún tipo de resistencia al firmar el contrato y las cláusulas de confidencialidad de la terapia, la cual en resumen decía que Daniel debería seguir todas las indicaciones de Abigail, no podía saltarse ningún procedimiento y debe seguir estrictamente los planes alimenticios diseñados para él. Si en algún momento decidía renunciar a la terapia, no podría volver a ser candidato a la misma, además que sería expulsado de la escuela.

Daniel firmó con algo de dudas, pero su sueños eran mayores, sabía que serían seis meses difíciles de cambios, pero al final, todo esto valdría la pena.

SIESTA

Terminó la semana del congreso y Daniel podría regresar al departamento, durante esos días Abigail había llenado la cocina de comida saludable, artículos como jabón, shampoo y demás artículos de higiene que eran casi inexistentes en la casa de Daniel habían sido repuestos, artículos de limpieza, sabanas y cobijas también se renovaron, al abrir la puerta Daniel no podía creer lo que sus ojos veían , ni siquiera cuando le entregaron el departamento lucia así ni olía tan bien, se escapó una lagrima de sus ojos la cual Abigail noto pero no mencionó nada.

-Esto es asombroso y hermoso -Mencionó Daniel sin poder creer lo que veía.
-Esto es solo el punto de partida de la terapia, un ambiente limpio y ordenado, propician una mente sana y ordenada -Respondió Abigail entrando al departamento. -Como ya te mencioné en el hotel, durante los próximos seis meses viviré aquí contigo de miércoles a domingo y dos veces por semana vendrá una persona a hacer la limpieza, pero esta casa debe mantenerse ordenada y limpia por sí sola, vamos a ir paso a paso mejorando tus hábitos y eliminando los que no son eficaces para tus objetivos.

-En primer lugar, trabajaremos con tu insomnio y retirarte las pastillas automedicadas que tomas para dormir, sabemos que un descanso eficiente está relacionado con la salud física y mental, además de la energía que tendrás durante el día, así dejaras de tomar todas esas bebidas energéticas que son muy perjudiciales, para esto lo primero será seguir un horario diario, aquí está programado todo lo que debes hacer durante el día, considerando la escuela y otras actividades.
Daniel se emocionó al escuchar eso, sus problemas de insomnio lo habían hecho dependiente de las pastillas para dormir, no descansaba nada y se levantaba varias veces en la noche al baño y eso hacía que durante el día siempre estuviera cansado.

-Muy bien -replicó Daniel -Prometo seguir todas sus indicaciones al pie de la letra, estoy muy emocionado.
-Quiero recordarte Daniel que por más extrañas que suenen o se vean las técnicas que usaremos nunca haré nada que ponga en riesgo tu salud o tu seguridad.

Daniel se quedó un poco pensativo, varias veces le habían recordado eso, no se podía imaginar que tan extraña podría ser una técnica para dormir, pero él estaba dispuesto a todo con tal de mejorar su vida y poder vivir en este nuevo espacio tan limpio y fresco, lleno de luz y de paz.
Entraron a la habitación principal, se veía todo reluciente, la cama estaba perfectamente ordenado y se veía fresca, el baño estaba impecable, la tina reluciente y todas las llaves brillantes, en una de las paredes se había colocado un espejo de altura completa y un pizarrón grande los cuales no estaban anteriormente, en el pizarrón estaba el horario al cual Abigail se había referido hace unos momentos, en los días lunes a viernes se podía leer esto:

07:00 - Despertar
07:10 - Baño
07:45 - Desayuno
08:15 - Ir a la escuela
11:30 - Almuerzo
14:30 - Regreso a casa
14:45 - Comida
15:30 - Siesta
16:30 - Terapia 1
17:30 - Tareas
20:30 - Terapia 2
21:00 - Cena
21:30 - Baño
22:00 - Dormir

-Vaya, todo está bastante organizado, solo le falto programarse las idas al baño – Bromeó Daniel mientras leía el horario.
-Eso lo veremos después – Respondió Abigail -Por el momento ya son las 14:45 es hora de la comida, acompáñame al comedor.

Daniel se sentó en la mesa, en el plato había más verduras que las que estaba acostumbrado, sin embargo, no iba a replicar nada en su primer día de terapia, tomó los cubiertos, sacó su teléfono y empezó a comer como de costumbre.
Abigail regresó a la mesa 20 minutos después y Daniel apenas había dado un par de bocados, tenía su mano y ojos pegados a la pantalla de su teléfono y apenas prestaba atención a la comida.

-Llevas demasiado tiempo y aun no empiezas a comer, dame el teléfono ahora mismo- Le ordenó Abigail en un tono autoritario pero sereno.
Está bien – respondió Daniel
Abigail tomó el teléfono y se sentó junto al él, tomó el cuchillo y tenedor y comenzó a cortar la comida en trozos pequeñitos, después tomó la cuchara y comenzó a darle de comer en la boca a Daniel.
-Abre la boquita- decía Abigail
Daniel la vio un poco confundido, pero obedeció sin rechistar.
Abigail continuó alimentándose en la boca, a Daniel le pareció incómodo al principio y después gracioso, terminaron con toda la comida justo a tiempo para la siguiente actividad del horario, la siesta.

Abigail le ordenó a Daniel dejar el plato y los cubiertos en el fregadero, y después ir a la habitación, al entrar Daniel vio que la cama ya estaba preparada y las nuevas cortinas cerradas, las cuales oscurecen completamente la habitación.

-No creo que la siesta funcione, tengo bastantes problemas para dormir y me han quitado las pastillas – Le dijo el muchacho mientras Abigail iba entrando por la puerta detrás de él.

No te preocupes, tenemos métodos menos nocivos y más efectivos para esto, – Respondió la terapeuta, en primer lugar, nada de luz ni pantallas, por eso la habitación está a oscuras y no te daré tu teléfono, segundo lugar, aromaterapia – Dijo la chica mientras con un pequeño atomizador rociaba la cama completamente con una fragancia bastante agradable y suave. Tercer lugar, ropa cómoda – dijo Abigail mientras de un mueble nuevo que Daniel no se había percatado, ya que la habitación era bastante grande, sacaba un pijama de textura bastante suave y aroma fresco, lo colocó en la cama y Daniel lo abrió, era de un color gris bastante claro con rayas blancas, al extenderlo se dio cuenta que era una pijama de una sola pieza y que los broches para cerrarlo corrían desde la pierna derecha hasta la espalda.

Se quitó la ropa quedando solo en bóxer, desabrocho la pijama y se la empezó a colocar con algo de dificultad, Abigail se dio cuenta de su batalla y le ayudó a colocarse la pijama. Lo metió en la cama y lo arropó con las cobijas recién lavadas.

-Todo huele muy rico, es un aroma familiar pero no recuerdo que es -dijo al meterse a la cama.
-Te ayudará a dormir, ahora descansa que en veinte minutos te despertaré.

Daniel se sintió muy cómodo y relajado todo era suave y fresco, olía realmente bien y la habitación oscura y silenciosa le daba mucha paz sin embargo no lograba conciliar el sueño, no estaba acostumbrado a dormir siestas.

-Veo que te cuesta trabajo verdad? -Preguntó Abigail quien no había salido de la habitación y estaba sentada en un sillón al lado de la cama.

-Es que no suelo dormir siestas, además como sabes siempre he tenido problemas para conciliar el sueño en las noches, imagina hacerlo a media tarde, me es imposible.

-Descuida yo te ayudaré, primero relaja tus pies -le dijo mientras tocaba sus pies a través de la sabana -ahora tus piernas -dijo mientras subía con sus manos y tocaba sus piernas -ahora tu vientre -puso su mano sobre el abdomen de Daniel – ahora relaja tus hombros -dijo mientras tocaba sus hombros con ambas manos -después tus brazos – siguió haciendo el recorrido táctil -ahora tus dedos – Daniel estaba relajando profundamente con los ojos cerrados – ahora tu rostro y tu mandíbula -por último tocó con sus dedos su mandíbula.
Menos de un minuto después Daniel estaba profundamente dormido.

Después de treinta minutos Abigail despertó a Daniel abriendo las cortinas de la habitación y haciendo que la luz bañara toda la habitación, Daniel se incorporó con una sonrisa, se sentía muy bien, había dormido con profundidad como nunca lo había hecho, aunque fueron solo treinta minutos le había sentado muy bien.
Quito las cobijas de encima de él y se levantó de la cama, de repente sintió una corriente muy fría en sus pantalones, cuando miró, había una enorme mancha húmeda en su pijama y en su cama.

CONCENTRACIÓN

-No te preocupes es normal que pase eso cuando se entra a una etapa de sueño profundo, y más cuando el cuerpo no está acostumbrado a descansar de esa manera. -dijo Abigail tratando de calmar a Daniel que se veía claramente alterado.
Daniel estaba demasiado avergonzado como para decir algo.
-Ve a bañarte, yo cambio las sábanas.
Daniel se metió al baño que estaba en esa misma habitación, era un baño grande y recién limpiado, normalmente su baño estaba muy sucio, la regadera estaba llena de manchas de jabón, hongo y humedad, la tina era prácticamente inutilizable por la misma razón, pero después de la remodelación a cargo del equipo de Abigail el baño estaba inmaculado. Abrió la llave de la regadera y se empezó a desvestir, la pijama con los broches hizo que quitársela fuera demasiado rápido.

Se relajó al estar dentro del agua y pensó que era una tontería avergonzarse, que había visto a muchos de sus amigos orinarse encima o vomitar cuando estaban muy borrachos, además era el mejor descanso que había tenido en años y eso vale completamente la pena.
Buscó el gel de baño que siempre usaba, pero ya no estaba, en su lugar había uno que era exactamente igual a miel, pensó que Abigail había reemplazado sus artículos por cosas más naturistas, pues se supone que el objetivo es que vivirá una vida más saludable, así que uso ese gel de baño que olía bastante bien.
Salió del baño y las sábanas de la cama ya estaban cambiadas y su ropa estaba sobre el mueble nuevo, era un short rojo y una camiseta de tirantes azul, esa ropa no era la suya, él normalmente usaba ropa negra, había también una trusa blanca y unas sandalias rojas.
Se puso la ropa, que también olía a limpio, a diferencia de su ropa negra que casi siempre olía a humedad ya que al lavar la ropa siempre olvidaba sacarla de la lavadora para tenderla, o dejaba que se mojara con la lluvia. Completamente vestido salió de su recamara y fue a buscar a Abigail quien se encontraba en la habitación de enfrente, en la que anteriormente se encontraba el escritorio y la computadora de Daniel. Esa habitación también estaba completamente remodelada, las paredes eran de un gris muy suave con tonalidad azul, en el suelo había un tapete color crema, su escritorio seguía ahí pero completamente limpio y su computadora también estaba ahí. A un lado de la habitación había una mesa, pero esta era muy baja, como unos treinta centímetros de altura y alrededor había dos cojines a modo de asientos, recordaban a esos restaurantes japoneses en donde las mesas son bajas y la gente para comer se sienta en el suelo, en las paredes había repisas blancas muy elegantes con algunas cajas y cajones llenos de material de papelería y otras cosas que Daniel no observo detenidamente.

-Quedó muy bien esta recámara, antes era solo una pila de basura y un escritorio lleno de cosas -dijo Daniel sorprendido.

-Lo sé, ahora en esta habitación vas a hacer tus tareas y tus terapias.

-¿Qué terapias?

-Son actividades que te van a ayudar a desarrollar buenos hábitos y eliminar los malos hábitos, vamos a empezar el primer ejercicio y nos vamos a centrar en la capacidad de concentración, en tus notas del psicólogo aparece que tienes poca capacidad de concentración y alta dependencia del celular. Por favor dame tu teléfono y siéntate en uno de los cojines frente a la mesa.

Daniel hizo caso a las indicaciones, pues se había comprometido a obedecer todas las indicaciones de Abigail. La terapeuta tomó un libro de las repisas y un bote con crayones, los colocó encima de la mesa frente a Daniel.

-Vas a colorear dos páginas de este libro las que tú quieras.
El libro era de imágenes de caricaturas de los 90s cuando Daniel era pequeño.
-El colorear estas imágenes te ayudará a concentrarte y mantener tu atención en una sola actividad, no vas a poder usar el teléfono ni ningún aparato electrónico mientras haces la actividad.

Daniel no parecía disgustado por la actividad, le pareció algo interesante, hace muchísimo tiempo que no coloreaba nada, el aroma de los crayones le recordó a su infancia y los dibujos del libro lo transportaron a una época donde no había estrés, todo era paz y felicidad, abrió el libro y empezó con una imagen de bob esponja, las imágenes no eran dibujos sencillos, dentro de cada ilustración había mandalas que rellenaban el dibujo, era un libro de colorear, pero no especialmente para niños. Se puso a colorear sentado en el cojín del suelo, al estar concentrado asomaba ligeramente la lengua.
Después de treinta minutos Abigail le pidió que detuviera la actividad, Daniel estaba muy metido en su dibujo y le pidió que lo dejara terminar, pero la decisión de Abigail era inapelable, le pidió que metiera los crayones en el bote, que cerrara el libro y que regresara todo a la repisa.

-Ahora vas a hacer tus tareas de la escuela, tengo acceso a la plataforma de la escuela y de la programación de las tareas, vas a realizar las actividades que marque para el día de hoy en tu plataforma, las redes sociales y de entretenimiento esta bloqueadas con un control parental para que no te distraigas, siéntate en el escritorio y comienza, te traeré un vaso de agua, tienes que tomar agua constantemente, en tu informe médico dice que no sueles tomar suficiente agua y eso afecta mucho al cerebro y a tu rendimiento académico.

Daniel se sentó en el escritorio que estaba completamente despejado y limpio, saco su Tablet que es en donde llevaba sus apuntes de la escuela y encendió su computadora, en la plataforma escolar ya estaba perfectamente organizado y calendarizadas sus actividades y tareas, Abigail trajo un vaso grande de agua y lo colocó sobre una servilleta en el escritorio, Daniel inició con sus tareas.
Después de un par de horas Abigail regresó a la recamara, Daniel seguía con el asunto de la tarea aunque no había avanzado tanto como le hubiese gustado, el vaso de agua seguía intacto, Abigail tomó el vaso y se lo acercó indicado que debía beber el agua, Daniel lo entendió y tomó el vaso, dio unos tragos y lo volvió a colocar en el escritorio, pero como seguía con los ojos en la pantalla de la computadora ya que estaba contestando un cuestionario no se dio cuenta de que apoyó el vaso sobre un bolígrafo y el vaso se cayó derramando lo que quedaba del agua sobre el escritorio y la alfombra, afortunadamente no mojo nada más, Daniel se dio cuenta e inmediatamente levantó el vaso pero ya se había derramado casi todo el contenido.

-Perdón, no me fije que había una pluma ahí, yo lo limpio -Dijo mientras movía sus cosas al otro lado del escritorio para que no se fueran a mojar.

-No te preocupes, yo limpio, sigue con tu cuestionario -Dijo Abigail mientras iba por un trapo para secar.
Después de secar el desastre volvió a llenar el vaso de Daniel con agua y lo colocó en el escritorio pidiéndole que tuviera mucho más cuidado con el agua.

Poco después de las ocho Daniel terminó las actividades de ese día y le preguntó a Abigail si podía jugar un rato videojuegos, pero Abigail le dijo que no había pantallas después de las ocho de la noche, Le dijo que la siguiente actividad era armar un lego.
Sacó de la repisa una caja de lego con un set para armar una nave espacial de star wars, a Daniel se le iluminaron los ojos, star wars era de sus sagas favoritas, y hace mucho que no armaba un lego, en realidad no recuerda haber armado un lego nunca antes. Abigail lo colocó sobre la mesa del suelo y Daniel se sentó en el cojín, la terapeuta sacó las bolsas plásticas llenas de piezas y las puso sobre la mesa, Daniel abrió el instructivo y la chica se retiró a preparar la cena.

ANSIEDAD ORAL

Después de cenar Abigail puso a Daniel a lavar los platos, toda la cocina y el fregadero se encontraban perfectamente limpios, como nunca antes lo habían estado y se deben mantener de ese modo, por esta razón Daniel debía lavar todo lo que se usó para comer inmediatamente después de usarlo, con ese hábito lograra mantener todos los espacios limpios y ordenados.
Al terminar de lavar los platos y la mesa Daniel salió al balcón a fumar como todas las noches, eso lo relajaba y lo hacía sentir bien, fumaba unos tres cigarros y después se iba a su sala a ver la televisión o estar con el celular hasta quedarse dormido.
Abigail lo miró y fue hasta él, dejó que terminara su cigarro, (que era el primero que llevaba) y cuando abrió la cajetilla para sacar el segundo lo detuvo con la mano.

-No puedes fumar ya, recuerda que vas a dejar todo lo que te estaba destruyendo y el cigarro es una parte importante de esto -dijo quitándole de la mano con suavidad la cajetilla.
-Ok creo que podré con eso – dijo con decisión -¿pero me dejas fumarme uno último?
-No

Abigail entró a la casa y tiró la cajetilla por el retrete, sabía que no había más en la casa pues al hacer la limpieza se había deshecho de todo, cigarros, alcohol, bebidas energéticas, marihuana, pastillas para dormir, vapeadores, etc. Todo eso que lo estaba alejando de sus objetivos había sido desechado de su casa, así no tendría la tentación de consumirlo.
Daniel se quedó un rato más en el balcón viendo hacia la calle, el departamento estaba en una zona muy linda de la ciudad y el paisaje era hermoso, la luna estaba en su máximo esplendor y las luces de la ciudad le daban a la vista un toque mágico y urbano.
Entró a la casa y se sentó en el sillón, encendió la televisión pero no mostraba nada más que la pantalla en azul, con el control remoto estuvo apretando botones pero no lograba sintonizar nada.

-Recuerda lo que dije, nada de pantallas después de las 8pm, la televisión tiene control parental para no mostrar nada después de esta hora -dijo Abigail desde atrás del sillón.
-Hora de dormir vamos -le dijo tomándolo de la mano y llevándolo a su habitación.
-Pero es muy temprano, además con esa siesta no creo que me de sueño.
-Los horarios deben seguirse, no hay excusa, vamos a ponerte el pijama y acostarte, podrás dormir bien, confía en mí.
Daniel se dejó llevar hasta su recamara, de nuevo el aroma era muy agradable y la temperatura era fresca.

-Quítate la ropa, déjala en el cesto azul, ese será el de la ropa sucia, y tus sandalias ponlas en el mueble de a un lado del cesto azul.

Daniel no había observado por completo la habitación, pues en la tarde solo estuvo ahí unos minutos para dormir. En la pared de la derecha de su cama había un cesto de ropa color azul y uno gris, el azul ya sabía que era para la ropa sucia, de hecho ahí pudo ver su pijama y su ropa interior que había mojado en la siesta, el verla le hizo recordar ese suceso y se sonrojo un poco, el cesto gris probablemente era para la ropa limpia, a un lado había una pequeña estructura en donde se encontraba todo su calzado, que también se veía que estaba recién lavado pues sus tenis estaban relucientes, siguiendo la pared había un bote de basura común y corriente y a un lado otro pero más grande y con una tapa algo extraña, se veía totalmente hermética, probablemente otro bote de basura.
El armario era el mismo que tenía pero se veía que también lo habían limpiado o hasta repintado, pues estaba recientemente blanco.
Abigail sacó de uno de los cajones otro pijama como el de la tarde anterior pero esta vez era color celeste con puntos azules, igualmente de una sola pieza con broches hasta el tobillo derecho.

-Se supone que tendrías que bañarte, pero como ya te bañaste en la tarde entonces podemos omitir, no es bueno para la piel bañarse tantas veces, solo ve a lavarte los dientes y la cara, después ponte el pijama.

Daniel hizo caso a lo que le mandaron, fue al lavabo y se vio reflejado en el espejo, hace mucho que no veía su imagen tan clara en el espejo, siempre había estado manchado de agua y jabón, ahora parecía nuevo, incluso dudaba si era el mismo espejo de siempre o lo habían cambiado. Tomó el cepillo de dientes que era nuevo, el suyo estaba completamente destrozado, las cerdas estaban abiertas que cada que se cepillaba se le quedaban cerdas entre los dientes, pero por pereza nunca lo había cambiado. El jabón, la pasta de dientes y todo lo que estaba en el lavabo también era nuevo.

-No me gusta cepillarme los dientes, la pasta de dientes me pica mucho en la boca -dijo desde el lavabo volteando a ver a Abigail.

-Lo sé, también estaba eso en el registro, esa pasta de dientes es diferente, no te va a picar la boca.

En realidad, la pasta de dientes originalmente cuando fue inventada, no picaba en la boca, eso fue algo que los fabricantes agregaron después porque le daba a los consumidores la sensación de limpieza, y el sabor a menta les daba sensación de frescura, en realidad ninguna de esas características son necesarias para la crema dental.
Daniel tomó el tubo de pasta de dientes y se dio cuenta que tenía dibujos de mickey mouse, nunca había visto una pasta de dientes así, puso un poco en el cepillo y esta no era color blanco como todas, era rosa y olía a fresa. se metió el cepillo a la boca y comenzó a cepillarse, el sabor de la pasta de dientes era agradable y no picaba, Abigail se dio cuenta que no estaba cepillándose de manera correcta, solo lo estaba haciendo de manera aleatoria y no duró ni quince segundos.
Se acercó al lavabo y tomó una toalla del mueble.

-Aparentemente no sabes lavarte los dientes, eso explica tus caries, la cita con el dentista ya está programada para pasado mañana, mientras tanto te enseñaré a lavarte como es correcto.
Tomó la toalla y la colocó en el cuello de la camiseta de Daniel a modo de babero, le quitó el cepillo de la mano y se colocó detrás de él, ella era uno o dos centímetros más alta que él. introdujo el cepillo en su boca mientras ambos veían de frente al espejo y con suavidad, pero firmeza comenzó a cepillar los dientes de Daniel mientras le explicaba cada uno de los pasos que estaba realizando.
Después de unos cuatro minutos que a Daniel el parecieron una eternidad, Abigail término de cepillarlo, le dijo que escupiera en el lavabo y con la toalla del cuello que ya se había manchado un poco de espuma rosa le limpio todos los restos de espuma de la boca, una vez estuvo satisfecha le retiró la toalla de la camiseta.

-Listo, ahora lávate la cara y ponte el pijama – dijo mientras se iba a sentar nuevamente al sillón que estaba al lado izquierdo de la cama.

Daniel no sabía lo que había sucedido, por un lado, era raro que alguien más le hubiera lavado los dientes, el no recordaba que nunca nadie le hubiera lavado los dientes, pero por otro lado Abigail lo hizo con cariño y respeto con lo que no se sintió para nada incómodo y al final se sintió muy bien de tener la boca limpia. Aún tenía la sensación de necesitar un cigarro, estaba nervioso y ansioso, el tener el cepillo de dientes dentro de la boca le había calmado un poco las ganas, pero ahora necesitaba más que antes un cigarro.
Termino de lavarse la cara y las manos y procedió a quitarse la ropa para ponerse la pijama, nunca había sido una persona penosa respecto a su cuerpo, en la alberca de la escuela, dentro de los vestidores, muchos chicos para cambiarse se cubrían completamente con la toalla para quitarse o ponerse el traje de baño, a Daniel eso siempre le había parecido raro e infantil, el podía bañarse completamente desnudo enfrente de sus compañeros sin mayor problema. Por eso el estar solo con su calzoncillo blanco en frente de Abigail para después colocarse el pijama no le molestaba nada.

-Necesito fumar, si no, no podré dormir, siento la ansiedad de necesitar un cigarro, ¿aunque sea puedo usar mi vapeador?
-Tu vapeador ya no existe, nos deshicimos de todas esas cosas al hacer la limpieza de la casa. no necesitas el humo o el vapor, lo que te da ansia es el reflejo oral al que estás acostumbrado, metete a la cama y te daré algo para que controles esa ansiedad oral que estas sintiendo por la falta del cigarro.
Daniel obedeció, terminó de abrochar su pijama y se metió en las cobijas, nuevamente el aroma fresco y dulce le inundó la nariz y lo relajo, Abigail apagó las luces dejando solo la lámpara de luz cálida en el buró de la derecha de la cama, fue al armario y de uno de los cajones sacó una pequeña caja transparente, por la penumbra Daniel no alcanzaba a ver que era.

-Abre la boca -le dijo Abigail mientras se acercaba cada vez más a él con el objeto en la mano, había abierto la caja plástica y sacado algo color azul, Daniel abrió vacilante los labios y sintió un objeto blando y suave dentro de su boca. La ansiedad por el cigarro estaba disminuyendo, empezó a succionar un poco el objeto y se relajó cada vez más, se sentía muy tranquilo, más que cuando fumaba o vapeaba.

MALOS HÁBITOS

La rutina nueva de Daniel le era desconcertante en momentos, pero podía darse cuenta de que se sentía más confiado y en control de sus tareas que nunca antes. Durante una semana se apegó a los estrictos horarios que Abigail le ponía, ya no extrañaba tanto su teléfono y llevaba todo ese tiempo sin fumar.

Los días en los que no iba Abigail a su casa le costaba un poco de trabajo apegarse a la rutina, pero con suficiente fuerza de voluntad estaba logrando sobreponerse, con solo una semana de alimentación saludable y descanso suficiente su semblante había cambiado, sus amigos y hasta algunos profesores ya lo estaban notando. Su capacidad de concentración también estaba poco a poco aumentando, sin embargo, aun había un par de cosas que le preocupaban un poco: había mojado la cama otras dos veces más en esa semana y su adicción al cigarro y al alcohol habían sido remplazadas por otra vieja adicción que pensó que ya había superado en la adolescencia, el porno y la masturbación.

Aprovechaba las idas al baño y la ducha para poder toquetearse, también los tiempos de estudio y tareas en los que estaba solo en la habitación y Abigail no lo molestaba los ocupada para masturbarse y ver porno, al igual que el tiempo antes de dormir. Sin embargo, esto no le estaba preocupando mucho, él se sentía mejor que nunca y la gente a su alrededor lo estaba notando también.

Pasaron tres semanas más y los resultados de la nueva rutina estaban siendo más evidentes que nunca, sus calificaciones tuvieron una mejoría que varios de sus profesores creyeron imposible.

Había pasado ya un mes y era tiempo de la primera evaluación. La psiquiatra hizo toda clase de preguntas y evaluaciones sobre la terapia y la terapeuta, Daniel estaba muy contento y respondiendo abiertamente a todo, hablo del chupón y de los esporádicos accidentes nocturnos, sin embargo, no quiso decir nada acerca de su nueva adicción, en los días recientes empezó a preocuparse más, pues había contabilizado que se había masturbado hasta siete veces en un solo día.

Abigail también había notado que sus idas al baño eran muy frecuentes y que estas solían durar más de lo habitual, así como su tiempo en la ducha, también había notado los pañuelos desechados en el bote de basura de su habitación, por lo que sin estar muy segura de los que estaba pasando, pero con una alta sospecha, aprovecho el chequeo médico al que sería sometido Daniel, para poner algunas indicaciones extra además de las pruebas estándar que se realizarían.

El médico además de sacar los análisis básicos a Daniel le pidió que se desnudara completamente, después de la duda evidente de Daniel ante tal petición, el médico le dijo que era una rutina normal en el tratamiento que estaba llevando, además que era para descartar alguna posible infección en las vías urinarias o alguna anomalía en el riñón que puede ser habitual en pacientes en abstinencia de alcohol y nicotina. El medico examino el pene de Daniel notando claros indicios de heridas provocadas por la frecuente masturbación, eran algunas quemaduras de primer grado e irritaciones importantes, Daniel claro que había notado que tenía cierto dolor e incomodidad en el pene pero lo estaba ignorando a propósito pues sabía muy bien la causa de esto.

Al día siguiente, de regreso a la clínica, tuvo los resultados de la evaluación psiquiátrica en presencia de su psiquiatra y de Abigail. Le dijeron que había tenido cambios positivos superiores a los que había esperado, pero que habían encontrado algunas situaciones adicionales que debían seguir trabajando, la doctora le dio oportunidad a Daniel de decirlo por sí mismo antes de que ella se lo mencionara.

Daniel confesó todo, les dijo que la abstinencia le había provocado la necesidad de masturbarse con más frecuencia que antes, que antes de la terapia lo hacía solo un par de veces a la semana, ni siquiera todos los días, pero que ahora lo hacía más de cinco veces al día. La doctora le explico que no tenía nada de qué avergonzarse, que el controlar las adicciones no era un trabajo rápido y mucho menos sencillo, que el cerebro siempre va a buscar nuevas formas de tener las recompensas que se le están quitando y que si no se hace adecuadamente quitar una adicción puede abrir la puerta a generar una peor.

Le comentaron también que el médico había encontrado heridas menores en sus genitales y que si seguía de esa manera podría provocarse heridas más graves, que terminarían infectándose y que había la probabilidad de perder el miembro, Daniel se horrorizó, nunca había considerado que aquello podría ser una posibilidad real, sin embargo sonó bastante razonable, él quería controlar su impulso de masturbación y más porque eso ya estaba poniendo en riesgo su salud.

Regresaron al departamento, Abigail le había dicho a Daniel durante el camino que se iba a agregar una nueva terapia para controlar su impulso a masturbarse. Le explico que la mejor manera de deshacerse de un mal hábito consta de varios pasos, el primero de ellos es hacer que sea difícil llevarlo a cabo, por ejemplo cuando cambiaron su alimentación de comida chatarra por alimentación nutritiva lo lograron eliminando toda la comida basura de su refrigerador y alacena, o cuando quitaron su adicción al cigarro lo hicieron eliminando todos los cigarros y vapeadores de la casa, si algo es complicado de realizar vamos a terminar por no realizarlo, además que en el caso de la alimentación, el tener comida saludable pero deliciosa hizo que no fuera ya necesaria la comida basura y el remplazar el cigarro por un chupón hizo que la ansiedad oral que llamaba a fumar fuera remplazada por un artículo que era inofensivo y lograba el mismo efecto.

Daniel había dejado poco a poco de usar su chupón para calmar su ansiedad de cigarro, aunque aún lo llegaba a usar mientras estudiaba, pues decía que le ayudaba a concentrarse mejor y antes de dormir, que era el momento en el que más solía fumar. Ahora se preguntaba cómo es que Abigail pretendía hacerle difícil o imposible el masturbarse y las ideas de usar un cinturón de castidad empezaron a aparecer en su mente y le horrorizaron.

Al llegar a casa Abigail le dijo que ese día, al ser el primer mes de su terapia debían salir a celebrarlo, irían a comer, al cine y al teatro, le explico que esa era además una manera de evitar la tentación de masturbarse, pues al estar en público y haciendo actividades era más difícil cometer el acto, también le dijo que no podía ir al baño más que tres veces en todo el día y que sus idas al baño no podían durar más de dos minutos, si duraba más tiempo ella iría personalmente a buscarlo dentro del baño.

La salida también era una manera de mantener a Daniel fuera de su casa, pues para el nuevo tratamiento harían falta algunos insumos y un par de muebles adicionales, que serían entregados mientras ellos no estaban en casa.

Daniel y Abigail salieron y tuvieron una tarde y noche bastante agradables, en varios momentos Daniel sintió la necesidad de masturbarse, pero logró controlarse, fueron al cine y al teatro en donde era imposible hacer algo sin que todo el mundo se diera cuenta, también pasearon por la ciudad y comieron bastante, Daniel estaba comiendo comida chatarra por primera vez en más de un mes y estaba muy feliz, también eso le quito un poco las ganas de tocarse.

Llegaron a la casa y se sentaron en el sillón, Abigail le dijo que le iba a explicar de que se trataría la nueva terapia para eliminar el exceso y necesidad de masturbación de Daniel, este se mostró un poco atemorizado, pues una cosa era quitarle el celular o remplazar el cigarro por un chupete y otra muy diferente el masturbarse. Abigail le explico que lo primero que tenían que hacer era identificar en que momentos Daniel realizaba la acción que él quería eliminar, dijo que lo hacía cuando iba al baño, cuando tomaba la ducha y antes de dormir, que cuando con sus manos se tocaba el pene al momento de ir al baño o ducharse es cuando se activaban las ganas de darse placer. Abigail le dijo que entonces debían evitar que Daniel se tocara el pene, a él no se le ocurrió más que el escenario en el que el quedaba amarrado de manos con un cinturón de castidad, pero la verdad es que la solución era mucho más sencilla.

-En primer lugar, nada de bañarte tu solo, a partir de este momento yo voy a bañarte, empezando en este momento -Dijo Abigail y lo tomó de la mano para llevarlo a la ducha.

Le pidió que se desvistiera quedando en ropa interior mientras ella preparaba el agua de la bañera, una vez estuvo lista ella le quito el bóxer y lo metió a la tina. Abrió un cajón del baño y saco varios juguetes, algunos patitos de hule y barcos de plástico, le dijo a Daniel que los tomara, en todo momento debía tener en sus manos un juguete, esto para evitar que se tocara sin pensarlo.

Daniel estaba muy confundido, por un lado, el que su terapeuta lo estuviera bañando lo avergonzaba mucho, en segunda tener que estar en la bañera jugando con patitos de hule lo hacía sentir muy infantil. Abigail lo baño con delicadeza, Daniel se estaba relajando y dándose cuenta de que tampoco era para tanto, además que la técnica de Abigail estaba teniendo efecto, pues no estaba sintiendo la necesidad de tocarse, comenzó a jugar un poco con los patitos, hasta que Abigail termino de bañarlo. Le puso una bata y lo llevo a su habitación.

Al entrar Daniel notó que había un mueble adicional que no se encontraba antes, le llegaba a la altura de la cintura y en la parte superior tenía un acolchado plástico color blanco con franjas grises, tenía un montón de cajones en los laterales y algunas puertas, también había unos pequeños escalones a un lado del mismo. No tuvo oportunidad de preguntarle a Abigail que como había llegado ese mueble ahí, aunque sospechaba que lo habían llevado mientras ellos se encontraban fuera, y tampoco tuvo la necesidad de preguntar para que era pues lo descubrió inmediatamente.

Abigail le pidió que se subiera y él lo hizo ayudándose de los escalones, se sentó en el borde frente a ella, mientras lo secaba con la bata, le quito la bata una vez que se encontró completamente seco y le pidió que pusiera su cabeza en el cojín que se encontraba detrás de él, al recostarse, su espalda y sus nalgas quedaron completamente sobre el mueble y sus piernas a la altura de las rodillas caían sobre él.

-Ahora, además de evitar que te toques durante la ducha, vamos a evitar que te toques mientras vas al baño, así que eliminaremos las idas al baño -dijo mientras abría uno de los cajones del cual saco un bote azul con talco y de otro un pañal acolchado y blanco.

Daniel quedo con los ojos como platos cuando vio aquellos dos artículos, estuvo a punto de protestar pero inmediatamente Abigail introdujo el chupón en su boca y lo sostuvo ahí.

-Sin protestas, recuerda que esto es por un bien mayor, te conviene que sea por las buenas, recuerda que puedo utilizar la fuerza -Le dijo mientras señalaba unas cintas blancas que estaban al rededor del mueble las cuales Daniel intuyo inmediatamente que se trataba de correas.

Él confiaba en los métodos de la terapia, pero desprenderse de la autonomía de poder ir al baño como adulto estaba llegando al límite, aunque sabía que era por su propio bien y en parte era algo que el había provocado, no estaba seguro de que valiera la pena.

Abigail comenzó a untar una crema sobre su pene, le dijo que era para aliviar las quemaduras y heridas que se había provocado, después esparció talco en toda la zona, el aroma le trajo buenos recuerdos a Daniel, además que le gustaba mucho el olor, le estaba dando paz. Por último, la chica levanto las piernas de Daniel y coloco el grueso y blanco pañal debajo de sus nalgas, bajo las piernas y acomodo la prenda para luego abrochar las cintas sobre su abdomen firmemente, Daniel se sentía bastante cómodo y tranquilo, Abigail fue al armario y sacó una de las pijamas de una sola pieza, esta no tenía broches en la parte de enfrente, solo un largo cierre en la espalda. Una vez terminó de vestirlo, le ayudo a bajar, Daniel seguía con el chupón en la boca, el cual Abigail fijo a la pijama con un pequeño clip con una cinta. Llevo al muchacho a la cama no sin antes cubrir sus manos con dos gruesos guantes sin dedos.

-Esto evitara que te toques -le dijo al terminar de asegurarlos a sus muñecas, lo arropó y apagando las luces salió de la habitación.

Daniel estaba muy confundido, se sentía realmente cómodo con el acolchado entre sus piernas y la suave pijama, los guantes no eran incomodos pero se sentía bastante raro, quiso comprobar la efectividad de las barreras y se dio cuenta que sumando el acolchado del pañal más el acolchado de los guantes, aunque se frotara no sentía casi nada el tacto de sus manos. Después de unos minutos de evaluar su situación actual cayó profundamente dormido.

BUENOS HÁBITOS

A la mañana siguiente despertó con la alarma del reloj de su buró, había olvidado desactivarla pues era el inicio del periodo de vacaciones intersemestrales y no tenía por qué levantarse temprano, estiró la mano para oprimir el botón del despertador y su mano choco contra algo acolchado, muy diferente al plástico duro que esperaba encontrar, abrió mejor los ojos y se dio cuenta del guante acolchado que estaba cubriendo su mano, rápidamente recordó el evento de la noche anterior, utilizo su codo para apagar el reloj y se colocó de lado para seguir durmiendo, en ese momento pudo sentir el acolchado entre sus piernas y recordó que estaba usando pañales. Debido a los accidentes nocturnos que había tenido algunas noches de los últimos meses, los cuales el médico le dijo que eran algo normal cuando se está en un periodo de abstinencia, en alguna ocasión, al despertar mojado y tener que echar las sábanas a lavar, pensó por un segundo que si se pusiera pañales no tendría que andar durmiendo incomodo o lavando tantas sabanas, pero la idea desapareció rápidamente de su cabeza. En este momento, esto ya no era solo una idea, era una realidad.

Intentó averiguar si había tenido un accidente o había amanecido seco como en la mayoría de las ocasiones, sin embargo, debido a los guantes no pudo evaluar el estado de su pañal, además que el cierre de la pijama se encontraba en sus espalada y no podía quitarse la pijama para ver el pañal. Pero a final de cuentas, la técnica había dado resultado y él no se había masturbado esa noche, incluso pensó que no sintió realmente las ganas de hacerlo.

Durmió un poco más, pero su reloj biológico ya se había acostumbrado a su horario habitual, así que se levantó y salió para desayunar. Encontró a Abigail levantada, así que le pidió que lo ayudara a quitarse la pijama, ella le dijo que al ser vacaciones podía quitarse la pijama después de desayunar, pero que antes debía revisarle el pañal. Daniel le dijo que no había hecho del baño, que incluso dudaba el poder hacerlo pero Abigail no perdió tiempo y abrió los broches que se encontraban debajo de la espalda que le daban acceso a la parte trasera del pañal, lo jalo un poco y observo el interior para verificar si el pañal estaba sucio, después paso la mano por entre las piernas y apretó un poco el acolchado sintiendo el gel dentro del pañal que significan que el pañal no está seco, pues este tiene un polvo que al contacto con el agua se gelatiniza para evitar que la pipí se escape. Abigail le dijo que el pañal estaba mojado, sin embargo, que esos pañales aguantaban mucho y que si él no se había dado cuenta de que estaba mojado es porque el pañal estaba haciendo bien su trabajo, Daniel estaba bastante sonrojado, pero no atino a decir nada, Abigail volvió a abotonar el trasero de la pijama le quitó los guantes y sentó a Daniel a la mesa. Ambos desayunaron en silencio.

Terminaron de comer y Daniel le pidió a Abigail de nuevo que le quitara el pañal y la pijama, pues tenia que ir al baño a orinar, ella le recordó que estaban en el tratamiento para quitarle por completo su adicción a la masturbación por lo que durante tres semanas no iba a tocarse para nada los genitales, esto incluía bañarse, vestirse e ir al baño. Daniel se había dado cuenta que usar pañal para antes de dormir le había ayudado a no masturbarse, eso sumado a los mitones acolchados que usó, y evitaban cualquier vista o contacto con su pene, le preguntó a su terapeuta que si eran necesarias tres semanas para que el tratamiento funcionara, le respondió que sí, que veintiún días era el tiempo promedio que se requería para desarrollar un nuevo hábito, o en su caso, eliminar un viejo hábito, también le comento que si fallaba aunque sea una sola vez durante este periodo, el tiempo se tenía que reiniciar desde cero, así que más le valía no intentar nada diferente, pues lo único que lograría es alargar más el tratamiento.

Daniel se quedó pensando durante un buen rato, sentado en silencio, por un lado, detestaba estar en aquella situación, cada vez iba pareciendo más a un bebé, primero los horarios, luego las meadas nocturnas, después el chupón y ahora directamente estar usando pañales, no solo para dormir, incluso de día, agradeció que esto estuviera pasando durante el periodo de vacaciones de la escuela, pues le sería imposible llevar esos abultados pañales debajo de la ropa y esperar que nadie los notara.

Abigail interrumpió su transe tomándolo de la mano y haciendo que se levante del asiento. Se agacho y comenzó a desabrochar los broches de entre las piernas de la pijama, reviso el estado del pañal, este sin duda alguna estaba mojado, pero consideró que aún tenía capacidad para una descarga más. Le dijo al chico que podía hacer pipí en su pañal y que ella lo cambiaria de inmediato. Daniel se negó a orinarse ahí en frente de ella, pero de verdad tenía ganas de ir al baño, sabía que no había forma de que la situación cambiara y aunque se aguantara terminaría cediendo, además que aguantarse sería incomodo, estaba siendo incomodo, no tenía caso contrariar a Abigail, además que todas sus demás técnicas habían estado funcionando, no tenía por qué dudar de esta, por más extraña que le pareciera. Consideró que debía ser de mente más abierta y aceptar esto de la mejor manera, se relajó y alivio la presión de su vejiga. Un chorro tibio de líquido empezó a correr por su pene hasta sus ingles y de ahí fue absorbido rápidamente por el acolchado pañal.

Abigail se dio cuenta de inmediato que Daniel estaba orinando ahí en frente de ella, pues el sonido del líquido golpeando contra la celulosa del pañal era más que notorio, sí que había estado aguantando mucho, cuando dejo de escuchar el sonido le preguntó que, si estaba listo para el cambio, el asintió con la cabeza, rojo de vergüenza.

Lo llevó de la mano y entraron en la habitación, le indico que se sentara en el mueble blanco alto, por fin Daniel descubría para que servía realmente ese mueble. Abigail sacó de uno de los cajones u paquete de toallitas húmedas, de otro un talco y crema anti rozaduras.

Le quitó el mameluco por completo desabotonándolo de abajo hacia arriba, Daniel sintió el frio correr por su cuerpo, la piel se le erizo, Abigail le dijo que se tranquilizara, que el cambio terminaría pronto y le volvería a colocar la ropa.

Echó el mameluco al cesto de ropa sucia, desprendió las cintas del pañal y bajo la parte delantera dejando expuesto su pene, en ese momento Daniel se cubrió el rostro por la vergüenza. Para evitar estimularlo, tomó una toallita húmeda y con esta sostuvo el pene, estaba bastante fría, pues intencionalmente Abigail las almacenaba en una pequeña hielera con paquetes fríos dentro del cajón, de otro modo Daniel tendría una erección y esto interferiría con la terapia. El chico se estremeció un poco con el frio, pero tuvo el efecto deseado, la incipiente erección que se estaba presentando se desvaneció por completo. Comenzó la limpieza de toda la zona, tomó otra toallita y frotó bien toda el área del pañal, con una más; las nalgas y el ano, dejó al chico perfectamente limpio. Después colocó crema anti-rozaduras y por último una buena capa de talco. Deslizo otro pañal por debajo y le pidió que bajara las piernas, una vez hecho esto aseguró con las cintas el pañal sobre el abdomen y le acomodo los elásticos de las ingles.

-Terminamos -dijo con una tierna sonrisa que Daniel no vio, pues todo el cambio se la pasó con las manos sobre el rostro sin ver apenas nada del proceso de limpieza.

Abigail fue al armario y sacó una camiseta y un overol de mezclilla el cual tenía broches entre las piernas para poder revisar y cambiar el pañal sin tener que quitar toda la prenda. Intentó ponerle la playera, pero Daniel se resistió, había perdido toda su dignidad en ese cambio de pañales pero estaba dispuesto a conservar toda la que pudiera, le dijo que una cosa eran los pañales para no tocarse, pero que él podía vestirse solo. Abigail no quiso contrariarlo de más así que dejo que se vistiera el solo.

Se puso la playera y el overol, tuvo problemas para ajustarse los broches de los tirantes del overol y con mucha vergüenza le pidió a Abigail que le ayudara, ella lo hizo con mucho gusto, le dijo que se quedara descalzo pues pronto harían una sesión de yoga.

La terapeuta le explicó que la meditación y el yoga le harían sobreponerse a sus deseos y adicción de una manera mucho más sencilla, además que el ejercicio libera los mismos neurotransmisores de placer que el organismo, por lo que no estaría en otro estado de abstinencia si el cerebro seguía obteniendo la dopamina y serotonina a la que estaba acostumbrado por la masturbación.

El argumento agradó a Daniel y la siguió a la sala, colocaron dos tapetes de yoga, uno en frente del otro y Abigail comenzó a guiar la actividad, casi de inmediato Daniel se dio cuenta que su overol no le permitía hacer los movimientos que su guía estaba haciendo, le comento eso y ella le dijo que se lo quitara, Daniel decidió dejárselo, pues no quería quedar solo en pañales frente a Abigail, pero después de unos minutos desistió y se quitó el overol.

Siguieron con el ejercicio, ahora el chico estaba realmente cómodo, pudo hacer todos los ejercicios con facilidad para sorpresa de Abigail quien no dejo de felicitarlo. Para finalizar Abigail hizo una posición para liberar al abdomen, con las rodillas separadas se pusieron en cuclillas, debían mantener esa posición durante cuatro minutos. Después del primer minuto Daniel sitió tremendas ganas de hacer popó y para el minuto tres ya no aguantaba más, quiso aguantar con todas sus fuerzas, pero de verdad que el ejercicio le había aflojado los intestinos. No pudo pensar mucho cuando la popó comenzó a salir con rapidez llenando el hasta el momento, limpio y blanco pañal que traía puesto.

NUEVA VIDA

Daniel no estaba seguro de lo que estaba sucediendo. Una cosa era tener que hacer del baño en su pañal y otra muy diferente era hacerlo involuntariamente, sin duda agradecía el hecho de llevar puesto un pañal, pues no sabía que habría pasado de estar usando ropa interior convencional, definitivamente se hubiera armado un muy buen desastre.

Abigail notó claramente la cara de preocupación de Daniel, observo su pañal y vio como estaba aumentando el volumen de este entre las piernas del chico. Se dio cuenta que estaba demasiado avergonzado y su cara se estaba poniendo roja como tomate.

-Termina de hacer popó, no te preocupes para eso es el pañalito, en cuanto termines yo te cambio.

Daniel no respondió nada, esperaba que Abigail creyera que él estaba haciendo popó de manera voluntaria y no involuntaria como era la realidad, por alguna razón el creía que eso lo dejaba mejor parado ante los ojos de la terapeuta, pero la verdad es que daba lo mismo, era un joven adulto que estaba haciendo popó en sus pañales. Se relajó y termino de hacer, esa posición además era bastante beneficiosa para ese propósito. Al terminar los cinco minutos bien aprovechados, Abigail lo tomó de la mano y lo llevó a la habitación, en donde le volvió a cambiar el pañal por segunda vez en el día. Este cambio fue un poco más tardado, pues tuvo que limpiar muy bien la colita de Daniel que estaba llena de popó.

Le quitó la playera y puso a llenar la bañera, pues sospechaba que sería necesario un baño completo para terminar con ese aroma, le quitó el pañal y con la parte interna de enfrente dio una primera pasada, después continuo con toallitas húmedas, las cuales iba depositando dentro del pañal sucio una por una. Cuando estuvo satisfecha con la limpieza hizo bolita el pañal y lo deposito en el bote de pañales.

Tomo de la mano a Daniel y lo llevo a la bañera que ya estaba lista, le colocó una bomba de baño con olor a frutas y muchos colores y le dio un buen baño, teniendo mucha conciencia en tallar bien la zona del pañal para llevarse cualquier rastro de popó. Saliendo del baño le colocó un nuevo pañal.

Pasó una semana en ese estado y Daniel estaba cada vez más contento, sentía que su adicción a masturbarse se estaba superando, ya casi no sentía la necesidad de hacerlo y cuando la tenia se ponía a hacer ejercicios de yoga, esta vez sin perdidas involuntarias de popó. Ya no le daba vergüenza ser bañado o cambiado por Abigail y además estar desnudo frente a ella o la manipulación de los genitales para el cambio de pañal ya no le provocaban erecciones. Abigail también estaba muy contenta con el progreso de Daniel y también de su nuevo gusto por el ejercicio. Lo inscribió en un gimnasio cercano y le contrato un entrenador para que empezara con una rutina un poco más energética que solamente el yoga.

El primer día del gimnasio Daniel estaba un poco nervioso, aún tenía que usar pañales unos días más hasta terminar el tratamiento de veintiún días. Abigail le coloco un pañal muy delgado para que pasara desapercibido debajo de su ropa, la cual había escogido la más holgada posible, también le había puesto talco extra para que no se rozara por el sudor, llevaba en su mochila dos pañales extra para poder cambiarse en caso de ser necesario, eso le pareció confuso; en primer lugar, él no estaba muy seguro de poder cambiarse por sí solo el pañal, y en segundo lugar eso implicaría romper las reglas sobre tocarse su parte genital. No pidió más explicaciones, pues planeaba ir al baño de manera tradicional en cuanto tuviera ganas y no tener que usar el pañal, sería la primera vez en muchos días que no se sentiría como un bebé moja pañales y podría usar el baño como una persona normal.

El entrenador era conocido de Abigail, ella le había contado acerca de la situación actual de Daniel y del tratamiento actual. Entendió perfectamente, pues no era la primera vez que trataba con alguno de los pacientes de esa terapia.

Daniel llegó y se presentó con el entrenador, este empezó con ejercicios de calentamiento y después ejercicios de fuerza para medir su nivel inicial, después de varias series y ejercicios y de tomar mucha agua por el cansancio, Daniel tuvo ganas de orinar, pero debido a la costumbre de no aguantarse nada y dejar salir todo en el pañal, que llevaba haciendo durante ya varios días dejo salir un gran chorro de pipí de manera casi inconsciente. La detuvo a la mitad, pero esto ya no tenía caso, su propósito de usar el baño no se había podido cumplir, dejo salir el resto y continuó como si nada. Para los siguientes ejercicios estaba un poco incomodo, ahora tocaban ejercicios de pierna y el abultamiento entre las ingles que provocaba el pañal le estorbaba, el entrenador se dio cuenta de inmediato de que algo no estaba bien, se imaginó que Daniel ya había mojado su pañal, pues era obvio después de tanto ejercicio y agua ingerida, le dijo que lo acompañara y lo llevo a la zona de la guardería.

Ese gimnasio era un gimnasio de gama alta. Tenía saunas, masajes, canchas de tenis, alberca y un montón de cosas más, entre ellas una guardería para cuidar a los niños de los usuarios que hacían uso del gimnasio, pero no tenían con quien dejar a sus hijos.

Ambos hombres entraron a la zona del cambiador, era un espacio con cabinas cerradas que estaban equipadas con todo lo necesario para cambio de pañales para los niños, Daniel se negó al principio, le dijo al entrenador que él podía cambiarse por sí mismo, cosa que tal vez no era muy cierta, pero este le explico que Abigail le había mandado instrucciones muy claras y que si lo dejaba hacerlo, tendría que reiniciar desde cero su tratamiento de veintiún días y que ya estaba muy cerca de terminarlo y ser un hombre libre de pañales.

Esto convenció a Daniel, sabía que solo en un par de días más podría volver a ser libre y no tener que usar los pañales, accedió a ser cambiado. Le dijo al entrenador que los pañales para el cambio que llevaba estaban en su mochila y que iría por ellos, el hombre le dijo que no era necesario, que ahí tenían muchos pañales de todos los tamaños, pues había algunos usuarios que tenían hijos mayores que aun usaban pañales.

Abrió una gaveta de dónde sacó toallas húmedas y talco, y de otra sacó un pañal, escogiendo la talla para niños más grande que tenían. Esta vez el pañal tenía algunos dibujos de personajes tiernos y una línea de estrellas azules por la parte de enfrente que en cuanto se humedecían con la pipí se borraban y se convertían en dibujos de gotas de agua, no era como los pañales blanco y lisos que el solía usar, eso lo avergonzó un poco, pero no podía echarse para atrás. El entrenador lo colocó sobre la mesa cambiadora que era suficientemente grande para sostenerlo, incluso tenía unas correas que el hombre le coloco sobre el pecho. En ese momento se le ocurrió que simplemente podría haberse ido a su casa y ya, para que Abigail lo cambiara allá, pero era muy tarde, el entrenador ya le había quitado el short, dejando expuesto su pañal que antes era blanco, pero ahora tenía un tono amarillento en la parte de enfrente.

El hombre desprendió las cintas del pañal y Daniel se cubrió la cara, con maestría levanto las piernas del chico con una mano y sacó el pañal debajo de sus nalgas con la otra, con la mano libre, tomó un par de toallas húmedas y limpio rápidamente el trasero y genitales de Daniel, lo más rápido que pudo para incomodar lo menos posible al chico. Después colocó un pañal extendido debajo de sus glúteos, sin soltar sus tobillos con la otra mano, aplicó una generosa cantidad de talco y bajo las piernas del chico, con ambas manos cerro las cintas sobre su abdomen y antes de que Daniel se pudiera dar cuenta, tenia de nuevo el short en su sitio y la correa del pecho desabrochada.

– Listo hombre, vamos a seguir con el entrenamiento, ya casi terminamos, lo estás haciendo muy bien.

Daniel siguió al entrenador, sentía las miradas de las personas al salir del cambiador de la guardería, pensaba que todos sabían lo que había sucedido; que él estaba usando pañales y acababa de recibir su correspondiente cambio, como si de un niño pequeño se tratara, la verdad es que cada quien estaba en sus asuntos y nadie había reparado en los que estuvieran o no haciendo ellos dos.

Regresaron a la rutina de ejercicios y media hora después terminaron, El entrenador felicitó a Daniel y le dijo que lo esperaba al día siguiente. Daniel no estaba seguro de querer regresar después de tal humillación, pero Abigail lo convenció de hacerlo, después de una semana, el tratamiento de los pañales había terminado y los resultados del ejercicio se estaban notando, Daniel había ganado mucha confianza en sí mismo en esas últimas tres semanas. Pero Abigail no podía retirar así de pronto los pañales, pues el cuerpo de Daniel se había acostumbrado a usarlos y eso le podía generar vergonzosos accidentes.

La siguiente semana el chico estuvo utilizando calzoncitos entrenadores, son como pañales, pero con forma de calzoncillos con un elástico, los primeros días se le escapaba la mayoría de pipí y llegaba al baño solo a terminar de orinar, para el cuarto día ya no tenía ningún escape por el día y para el séptimo día ya no había escapes nocturnos.

Daniel regreso a su ropa convencional, también había dejado de usar chupón, la ansiedad del cigarro había desaparecido por completo al igual que su adicción a la masturbación. Sí llegaba a hacerlo de vez en cuando pero ya no todos los días, solo una o dos veces por semana.

Su vida ahora estaba en total control, las notas de la escuela habían mejorado muchísimo, se sentía en control y en paz con todo, dormía de manera excelente y su alimentación era muy buena, el semblante le había cambiado, muchos profesores y compañeros se lo decían a cada rato, era una persona completamente diferente, era irreconocible, muchos le preguntaban que cual era su técnica, pero él siempre la mantuvo en secreto.

La última evaluación de Abigail y la terapeuta que llevaba su caso fue completamente satisfactoria, Daniel ya estaba listo para hacerse cargo de su propia vida y él se sentía igual de seguro de poder lograrlo. Sin duda esa terapia tan poco común había sido muy efectiva, de no haber tenido la mente abierta a nuevas experiencias, probablemente seguiría en el mismo agujero de miseria en el que se encontraba meses atrás.

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