Campamento – Parte 2

chico en pañales comiendo una hamburguesa en un campamento

-Pero yo me puedo cambiar solo -Dijo volteando a todos lados para asegurarse que nadie estuviera escuchando esa conversación tan vergonzosa, y aunque todos los niños de preescolar y las dos maestras aún se encontraban en la cabaña, a nadie pareció importarle lo que sucedía.

-Por seguridad, aquí no dejamos que ningún niño se cambie solo, nos tomamos muy enserio la higiene y salud de nuestros campistas, por favor deje de hacer berrinche y súbase al cambiador, no podemos dejar que se le roce la piel.

Resignado e intentando llamar la atención lo menos posible, Damián caminó hacia la parte posterior de la cabaña en donde se encontraban los cambiadores, afortunadamente estos estaban privados y fuera de la vista. Se quedó parado frente al mueble, no sabia como subir, pues le llegaba más o menos a la altura del pecho y no había escalones para poder subir, antes de poder planear algo, sintió unas manos que lo tomaban de las axilas y lo levantaban por el aire, instintivamente se giró para aterrizar con el trasero húmedo y acolchado sobre el cojín plástico que estaba en la superficie del mueble.

-Recuéstate por favor -Le dijo la maestra mientras empujaba con suavidad su pecho hacia atrás. Más que una sugerencia, era un aviso de lo que estaba sucediendo.

Damián no quería hacer más escandalo del necesario, pues podría llamar la atención de quien pasara por fuera de la cabaña, aunque no se podía ver directamente hacia la zona de cambiadores, la puerta estaba abierta y justo detrás de él se encontraba una larga ventana, que, aunque estaba suficientemente alta para dar privacidad a la zona de cambiadores, cualquiera que pasara por afuera podría escuchar lo que sucedía dentro.

La maestra comenzó a desabrochar el botón de sus pantalones y a bajar el cierre, lo hizo con tanta facilidad que Damián no se percató el momento en el que tenía sus pantalones en los tobillos.

-No entiendo porque les ponen calzones por encima del pañal, esto solo hace que sea mas tardado el cambio y más difícil la inspección -Dijo la maestra mientras retiraba el bóxer del chico dejándolo únicamente con su camiseta, pañal, caletas y tenis.

Damián estaba rojo de vergüenza, en casa él mismo se ponía y quitaba sus pañales antes y después de dormir, ni siquiera dejaba que sus padres lo vieran en pañales, por eso siempre se colocaba el bóxer por encima y después la pijama, pues odiaba que se pudiera ver el borde del pañal por encima de la cintura del pantalón.

-Ay como me molestan estos pañales tipo calzón, ¿por qué los padres no entienden que estos solo son para chicos que ya saben ir al baño y solo es para protegerlos de pequeños accidentes? -Dijo la mujer rompiendo los laterales del calzón-pañal y levantando las piernas de Damián para retirarlo.

Una vez estuvo desnudo de la cintura para abajo, Damián se cubrió con sus manos, pero inmediatamente la maestra se las retiró y se las sostuvo en el pecho.

-Nada de combate, aquí o cooperas por las buenas o por las malas – Dijo mientras le quitaba las manos de los genitales y se las colocaba en el pecho con firmeza.

La maestra estaba hablando en voz alta, Damián sabía que su voz podría escucharse desde fuera de la cabaña y no quería seguir haciendo escándalo, y más porque ya empezaba a oír el barullo de todos los chicos dirigiéndose al comedor.

La maestra abrió un cajón de dónde sacó un bote con toallitas húmedas y comenzó a limpiar al chico, primero sus ingles, pene, y nalgas, después con otra el ano hasta estar satisfecha. El frio contacto de las toallitas hicieron que Damián se estremeciera un poco lo que le provocó una sonrisa a la maestra.

-Maestra, le dejo a este chico de aquí que tuvo un accidente y no llegó al baño, necesita que le cambiemos su calzoncito entrenador- Dijo una de las maestras más jóvenes que llevaba al grupo de preescolar mientras sostenía de la mano a un chico de uso cinco años.

-Déjamelo en el cambiador -dijo a la chica -Y tú, vete quitando los pantalones -Le dijo al pequeño, que se los empezó a quitar como si fuera lo más normal del mundo.

La chica salió con los demás alumnos de preescolar en fila, que ignoraron a Damián, como si ver a un chico de secundaria sobre un cambiador, desnudo con el culo en el aire y un pañal mojado fuera cosa de todos los días.

La maestra siguió con su actividad y tomó un bote de talco y un pañal con dibujos de dinosaurios estampados por todas partes, Damián pensó que ya habían terminado con su cambio y que por fin lo iban a dejar a el mismo colocarse su bóxer, pues la maestra ahora seguiría con el cambio del pequeño. Levantó la cabeza para alcanzar su calzoncillo que la maestra había dejado a un lado del cambiador para ponérselo junto con su pantalón y salir volando de ahí para alcanzar a sus amigos en el comedor.

-Qué crees que haces? Aún no terminamos -Le dijo la maestra nuevamente empujándole el pecho hacia atrás, dejándolo acostado en su posición original.

La mujer le levantó nuevamente las piernas en el aire y extendió el pañal debajo de sus nalgas, después con la habilidad de una experta, tomó el bote de talco del cual empezó a rociar por todas sus nalgas y entrepierna, después le bajo ambas piernas y colocó la parte de enfrente del pañal sobre el abdomen del chico y casi sin sentirlo Damián tenía dos gruesas cintas de velcro rodeando su cintura, sujetando un tierno acolchado con diseños de lindos dinosaurios multicolores entre sus piernas.

-Pero es que yo no uso pañal de día, esto es un error- Dijo el chico impactado, ahora sin la precaución de bajar la voz.

-Pues eso no es lo que parece- Dijo la mujer tomando el pañal orinado que recién le acababa de quitar y haciéndolo una bola junto con las toallitas húmedas para tirarlo a la basura.

-Eso fue un accidente- gritó el chico sonrojado, sabiendo que la evidencia era completamente incriminatoria y no podría negar que necesitaba pañales de día cuando claramente le habían retirado un pañal completamente mojado hace un par de minutos.

-Lo sabemos, todos los chicos pueden tener accidentes, y nuestro trabajo es que esos accidente no interfieran con su desarrollo y diversión dentro del campamento, tener a un chico corriendo por ahí con los pantalones mojados lo hace víctima de burlas e incomodidad, ¿o acaso hubieras preferido mojar tus pantalones? ¿O que no vez que ese pañal que traías puesto evito que todos te vieran orinado y se burlaran de ti?

Damián no tenía respuesta para ese argumento, la maestra comenzó a ponerle los pantalones y lo bajó del cambiador de la misma manera en la que lo había puesto ahí.

-Pero eso no volverá a pasar, se lo prometo, yo no necesito pañales- Dijo Damián con ojos llorosos.

– ¿Mira amor, haremos un trato, si mantienes tu pañal seco durante todo el día, mañana podrás usar de nuevo tu ropa interior, de acuerdo? Pero si se te ocurre quitártelo, te quedaras con el grupo de preescolar durante todo el campamento.

Damián no estaba de acuerdo, pero era su única salida, no quería llegar con un pañal debajo de sus pantalones al comedor, pero no tenia de otra, además que ya tenía demasiada hambre.

Sin responder, Damián salió de la cabaña, asegurándose de que ningún conocido lo estuviera mirando, y se fue corriendo hacia el comedor.

Llegó al gran comedor que estaba al aire libre y vio que la mayoría de los chicos ya estaban sentados, por grupos en unas largas mesas con largos bancos en lugar de sillas, todos estaban muy felices comiendo y riendo.

Volteo a bajo a ver sus pantalones, tratando de verificar que no se notara el abultamiento del pañal, ya que este era mucho mas esponjado que sus calzoncitos absorbentes que solía usar en las noches y no estaba seguro de que fueran tan discretos como esos, además acababa de caer en cuenta de que no le habían colocado su bóxer por encima como el solía hacer, por lo que había riesgo de que el borde del pañal se asomara por su cintura, y nadie dudaría de que se trataba de un pañal y no de ropa interior, pues este era demasiado colorido, además que le llegaba mucho mas alto en el abdomen que sus calzoncitos desechables que eran de un corte más bajo y discreto. Se bajo la playera de la parte de la espalda muy discretamente cuando sintió una mano en el hombro, giró la cabeza muy asustado y vio el rostro de uno de los monitores del campamento.

-Toma una charola y fórmate por tu comida, después ve a buscar un lugar con tu grupo. -Le dijo el joven mientras caminaba a atender a un chico que estaba llamando su atención desde una mesa.

Damián camino a la fila y tomó una charola, su rostro se ilumino pues estaban sirviendo hamburguesas y papas fritas, su comida favorita, también mangos y otras frutas que a el le encantaban. Rápidamente cambio su rostro de preocupación y después de que le llenaran su charola de comida, avanzó a la mesa en donde estaban los chicos de su grupo.

Uno de los chicos se hizo a un lado para dejarle un espacio en la larga banca, el otro chico movió su charola para que Damián pusiera la suya, con mucho cuidado la colocó sobre la mesa y se sentó en la banca entre los dos chicos, teniendo cuidado de que la camiseta no se le levantara por la espalda dejando expuesto el borde de su nueva ropa interior.

– ¿Por qué tardaste tanto?, pensamos que te habías perdido -Dijo el chico que estaba enfrente de él.

-Lo que pasa es que la cabaña que le tocó esta hasta el final de todas, seguro por eso tardó más -Dijo otro de los chicos de la mesa respondiendo por él.

-¿Y porque te mandaron a esa cabaña? -Preguntó el chico que había respondido por él. Damián estaba mordiendo su hamburguesa, haciendo tiempo en lo que se le ocurría una buena respuesta, pero no se le ocurría nada.

-Seguro es porque entró a mitad del año, las cabañas las asignan por lista desde el principio, y como en la nuestra ya no había lugar, seguro que la mandaron a otra con los demás chicos nuevos, ¿verdad Damián? -Respondió el chico que estaba junto a él. Damián asintió sin dejar de masticar la hamburguesa, aliviado de tener una respuesta salvadora.

-Oigan, huele raro, ¿huele como a bebé no? -Dijo un tercer chico.

En ese momento Damián se puso demasiado rojo, trato de disimular cualquier gesto dándole otra mordida a su hamburguesa, se le había olvidado por completo el baño de talco para bebés que le habían dado hace unos minutos, tal vez estaba habiendo un buen trabajo cubriendo su pañal con la ropa, pero definitivamente el aroma a talco y pañales es algo que no podría ocultar.

-Debe ser alguna de las chicas de la mesa de atrás -Dijo otro rompiendo la parálisis de Damián. -Mi novia usa un perfume con aroma a bebé, a mí no me gusta, pero es algo que a todas sus amigas les parece cool, ya ven como son las niñas de inmaduras.

Todos soltaron una pequeña risa.

-Damián, porque estas tan rojo, ¿está todo bien bro? -Le preguntó el primer chico.

-Si, todo bien, es que le heche mucho picante a mi hamburguesa -Improviso rápidamente y le dio un enorme trago a su vaso de agua.

El resto de la comida paso sin más sobresaltos, aunque Damián constantemente se tocaba la parte de atrás de su camiseta para cerciorarse de que cubría perfectamente el borde de su pantalón.

Al haber terminado todos de comer, uno de los monitores tocó un silbato que hizo que todos los chicos se sobresaltaran y voltearan a verlo, esto hizo que a Damián se le escapara un chorrito de pis que su esponjado pañal capturó de inmediato.

-Muy bien todos, se van a dirigir a sus cabañas a lavarse las manos y los dientes, en diez minutos quiero a todos los equipos formados con su monitor en la bandera. El primer equipo que este ordenado y formado en la bandera, gana diez puntos.

Todos los chicos empezaron a levantarse de la mesa apurados, Damián no estaba seguro si debía ir hasta su cabaña a lavarse, no quería encontrarse de nuevo con su verdugo así que se fue a la cabaña de sus amigos.

Todos entraron al baño a lavarse las manos y cepillarse los dientes. Damián hizo lo propio, pero su cepillo estaba en su mochila y a diferencia del resto de los chicos, sus cosas se encontraban en la cabaña de preescolar, así que omitió el lavado dental. Mientras se lavaba las manos empezó a tener ganas de orinar, pero la cabaña y el baño estaban llenos de chicos, no podía arriesgarse a ser visto en pañales, además no estaba muy seguro de poder bajarse el pañal como lo hacía con su calzón entrenador para poder orinar, y si se lo quitaba, seguro que el sonido de las cintas despegándose iba a delatarlo por completo. Decidió esperar en otro momento, escabullirse al baño sin que nadie lo viera mientras estuvieran en alguna actividad.

-Vámonos ya que las niñas nos van a ganar! -Gritó uno de los chicos desde la puerta.

Rápidamente todos salieron como estampida de la cabaña, incluido Damián que por la adrenalina no había notado que el abultado pañal no le permitía correr de manera normal.

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