Prestando la misma atención -Capítulo uno- La vida es sueño

chico adolescente usando pañales dentro de una cuna

Despierto con la voz de mi madre, me acaricia las mejillas y el cabello, hace mucho que no entra a mi recamara para despertarme, de hecho, se me hace muy raro pues mi recamara siempre la cierro con seguro por las noches, ya saben, por si se les ocurre interrumpir algo antes de dormir.

Intento darle los buenos días, pero siento algo dentro de mi boca que me estorba y me doy cuenta que es mi pulgar todo húmedo dentro de mi boca, lo saco rápidamente, muy avergonzado, no recuerdo haberme chupado el pulgar ni de pequeño, mi boca y pulgar están llenos de saliva, me limpio con el dorso de mi mano pero nuevamente mi boca se vio ocupada, pues mi madre me introduce un chupón color verde como los de Luca, pero mucho más grande pues la tetina ocupa toda mi boca, intento escupirlo pero me detengo, pues la sensación es más que agradable, no tiene un sabor en específico pero saborearlo se me hace bastante placentero. Levanto un poco la cabeza y me doy cuenta que no estoy en mi recamara, estoy en la de Luca, y a deducir por los cuatro barandales que me rodean y el juguete con dinosaurios de goma que está colgando por encima y el famoso monitor de bebés que se había robado mi cable, también estoy dentro de su cuna.

Me doy cuenta que quepo perfectamente, en la cuna de Luca no podría caber, esto significa que no he despertado y sigo en mi sueño anterior, estoy volviendo a soñar que soy un bebé, pero ahora es un sueño lúcido, incluso puedo ver muchos más detalles que en un sueño normal. Nunca me había pasado algo así, Marco me había llegado a contar muchas veces que cuando él soñaba, sabía que estaba en un sueño, incluso podía llegar a manipularlo a voluntad, me ha contado que incluso puede volar si así lo quiere o materializar algo frente a él como un arma o una motocicleta, la verdad yo nunca le he creído, pues, aunque es mi mejor amigo, a veces es medio fantasioso, pero ahora creo que lo estoy experimentando por mí mismo, le debo una disculpa.

Me froto los ojos para ver mejor, pues siento lagañas en mi vista, cuando de pronto mi madre me gira boca abajo y acerca su rostro a mis nalgas, yo no puedo hacer nada para evitarlo, mi cuerpo no responde como yo quiero, pareciera que estoy completamente agotado, como después de hacer mucho ejercicio que sientes las piernas o los brazos pesados. Hace mucho tiempo, tenia un sueño recurrente, en donde tenia que correr por alguna razón,

-Creo que este niño necesita un cambio de pañal ¿Verdad? -Me dice con la misma voz infantil que suele usar con Luca mientras palmea suavemente mi trasero. Tal cual lo hace con él cuándo se hace popó.

Las palmadas se sienten algo extraño, no siento su mano contra mis nalgas, es como si hubiese una almohada o una cobija gruesa entre su mano y mi piel, incluso el sonido fue como si palmera algo acolchado. Baja las barandas de la cuna, yo intento ponerme de pie, pero mi cuerpo no responde, mi madre me toma de las axilas para levantarme y después pone una mano debajo de mi trasero para sostenerme, en ese momento siento como algo cálido y suave recorre mi trasero.

Sin las cobijas encima puedo observar que estoy vestido con un pañalero, una de esas camisetas de manga corta que se cierran con broches por entre las piernas, exactamente iguales a los de mi hermanito, pero estos son de mi tamaño. Mi cuerpo sigue siendo el mismo, mi estatura, mi peso, todo, claro que no soy lo que se pudiera considerar un chico alto y mucho menos gordo, mido apenas uno sesenta y la última vez que me subí a una báscula pesaba poco menos de cincuenta kilos. Pero, aun así, esta prenda de ropa esto seguro que no se fabrica de mi tamaño, un mameluco tal vez, porque los he visto de todas las tallas, hasta como disfraces, pero pañaleros para adultos eso sí que no, sin duda este sueño está cada vez más raro.

Mamá me lleva cargando hasta el mueble cambiador, al parecer soy mucho más ligero que en la vida real, pues ella lo hace con completa facilidad, como si se tratara de un niño pequeño. Toda la habitación luce tal cual la habitación de Luca, aunque viéndolo más detenidamente estos muebles son de un tamaño un poco mayor.

Me recuesta sobre el mueble que tiene un acolchado plástico con dibujos de ositos en pañales, yo quedo boca arriba, con mucha dificultad escupo el chupete, con un hilo de saliva se va en caída libre, pero es detenido a los pocos centímetros, pues está sujeto con un lazo azul que termina en un broche prendido a mi pijama. Intento decirle a mi madre que se detenga, pero de mi boca no salen palabras solo balbuceos. Recuerdo un sueño recurrente que solía tener hace mucho tiempo, yo tenia que correr por alguna razón, no siempre era la misma pero la que viene a mi mente en este momento es que había un grupo de perros negros grandes y muy agresivos a perseguirme a mi y a un grupo de gente que estábamos en la calle, todos corrían alejándose de los perros pero yo no podía, me caía al suelo y apenas y podía arrastrarme, sentía las piernas super pesadas, pero antes de que me alcanzaran los perros despertaba de repente. En este momento siento algo parecido, pues intento moverme, levantarme del cambiador pero no puedo hacerlo, solo se mueven un poco mis brazos y mis piernas, mamá me vuelve a colocar el chupón babeado dentro de la boca y empieza a desabotonar el pañalero, siento como se desprenden los botones entre mis piernas, aunque se que es un sueño se esta poniendo incomodo, una vez los botones están libres, empieza a tomar la pijama desde el cuello y a deslizarla hacia abajo, aparentemente las aberturas que tienen esas prendas en el cuello, son para que puedas quitarla por arriba como una camiseta normal, o hacia abajo por las piernas.

Una briza fresca recorre mi cuerpo semidesnudo, en esa posición yo no puedo ver nada más que el rostro de mi madre hablándome en un tono dulce, narrando todo lo que está haciendo. Cuando la veía hacer esto con Luca yo le decía que no tenía sentido que hablara con él y le explicara todo lo que estaba haciendo, pues él no estaba entendiendo nada de nada, pero ella me decía que no era para eso. Ahora que yo estoy en esa posición me siento más seguro escuchándola hablar, aunque no es lo mismo porque yo sí puedo entender todo lo que me está diciendo, pues tengo dieciocho años y no año y medio como mi hermanito.

Levanto un poco la cabeza, pero esta me pesa demasiado, solo alcanzo a ver un poco las manos de mi madre despegando unas cintas plásticas a la altura de mi abdomen antes de tener que bajarla de nuevo por fuerza de la gravedad.

De nuevo intento moverme, pero una fuerza extraña me lo impide, la misma sensación cuando intentaba huir de los perros me tiene aquí atrapado, pero ahora no es miedo, es incomodidad, no recuerdo cuando fue la ultima vez que mi madre me vio desnudo, tal vez la ultima vez que me limpio la cola cuando estaba aprendiendo a hacerlo por mi mismo hace ya unos quince años.

-Muy bien mi niño, hay que cambiarle ese pañalito cochino antes de desayunar, vamos a desprender estas cintas y descubrir lo que hay dentro. ¡Fuchi! – dice disimulando una expresión de desagrado con una mueca de sonrisa. -Vamos a dejar bien limpia esta colita antes de que se nos roce ¿verdad? – Me dice volteando la mirada hacia mí.

Siento mi cara enrojecer y una sensación caliente en todo el cuerpo, tengo mucha vergüenza que mi madre me vea desnudo, y sobre todo porque aparentemente me hice popó, definitivamente no recuerdo cuando fue la ultima vez que me hice popó encima, solo recuerdo la ultima vez que me hice pipí, fue en una salida familiar, cuando tenia como siete u ocho años, era un parque enorme, pero los baños estaban lejos y me daba miedo ir, me aguante mucho hasta que no pude más y me mojé todo mi pants gris, todos mis primos me vieron, aunque no se burlaron mucho, afortunadamente en el carro estaba el short que usaba para las clases de futbol y me pude cambiar, ahora que lo pienso, tal vez ahí fue la ultima vez que mi madre me vio desnudo, pues recuerdo que ella me ayudo a cambiarme y obviamente me quito el calzón orinado.

Siento una fría y húmeda sensación sobre mis genitales que me hace estremecer un poco, mi madre levanta mis piernas y con una mano las sostiene en el aire. Mientras que, con la otra, toma una toallita húmeda del paquete, la sensación fría vuelve a repetirse por el aroma confirmo que me he hecho popó, al parecer durante la noche, algo completamente increíble que jamás ni en mis peores pesadillas me había ocurrido. Aunque para este momento debería estar muy avergonzado de lo que está sucediendo; mi madre limpiándome el trasero por haberme hecho popó mientras dormía y hablándome como si fuese un bebé, no estoy tan preocupado, pues este es un sueño de los que Marco me había hablado, nada es real y creo que muy en mi interior, lo estoy disfrutando.

Mamá sigue limpiando y desechado las toallitas sucias una por una, retira por completo el pañal sucio al que hace una bola y tira en el bote que está al lado del cambiador, se escucha el aterrizaje pesado del pañal sobre el bote metálico, como si se hubiera dejado caer una bolsa llena de arena.

Me baja las piernas y saca del mueble un pañal nuevo, este tiene dibujos infantiles de animales, tal cual un pañal de bebé, pero más grande, me vuelve a levantar las piernas y coloca el pañal debajo de mis nalgas.

-Listo mi nene esta limpiecito, vamos a ponerle su cremita y un pañalito limpio – Dice mientras me unta de vaselina mi pene, testículos, nalgas y ano, cualquier pudor, cualquier dignidad que pudiera haber desarrollado en los últimos quince años en los que mi madre dejó de verme desnudo, aquí se pierden, en parte porque sé que es un sueño y en otra porque realmente ya no estaba sintiendo ningún tipo de vergüenza con ella. Sigo chupando el chupete verde que tengo en la boca, me parece una sensación muy agradable. No sé por qué no lo había intentado antes con uno de los de Luca.

Termina de cerrar el pañal en mi abdomen, me pone una camiseta anaranjada por encima de la cabeza, lo que hace que el chupete se me caiga de la boca, empiezo a sentir la necesidad del chupete y una leve ansiedad. Mamá levanta el chupete del suelo y se lo lleva al lavabo en donde lo enjuaga con el agua de la llave, cada vez me siento más ansioso por no traer el chupete en la boca, pero pronto me lo vuelve a meter y lo sujeta con el lazo a mi camiseta.

Mi madre me levanta del mueble y me vuelve a cargar, es increíble que solo con una mano por debajo de mi trasero y recargando mi peso en sus caderas pueda sostenerme, es obvio que en los sueños las leyes físicas no se cumplen, aunque también ayuda que mi madre es una mujer fuerte y bastante más alta que yo, al igual que mi padre, de hecho, no comprendo porque soy tan bajito para mi edad si mis dos padres son altos.

Salimos de la habitación y pasamos por el pasillo en donde se encuentra un espejo de techo a piso, ahí puedo verme por fin reflejado, me veo como un niño pequeño, con mis pañales coloridos al aire y una camiseta anaranjada que no tapaba absolutamente nada, meciendo de adentro hacia afuera un chupete con mis labios y siendo cargado por mi madre, mientras rodeo su cuello con mis brazos.

Este sueño esta muy raro, pero por ahora no quiero despertar.


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